Campesinos peruanos de origen
autóctono están logrando lo que no pueden los futbolistas citadinos, con todos
sus millones de estímulo, instalaciones modernas, entrenadores especiales, etc.
Somos campeones mundiales en café de calidad. Esta hazaña ha sido lograda por
Raúl Mamani, comunero altiplánico y caficultor del distrito de Putina Punco, en
la selva del valle Tambopata, Sandia, Puno.
Café peruano gana premio mundial al
mejor en EE.UU. Acaba de ganar el premio mundial del "Mejor Café de
Calidad" en la Feria Internacional de Global Specialty Coffee EXPO Seattle
2017, desarrollado en Estados Unidos. Seattle es una ciudad con más cafeterías
per cápita en Estados Unidos y a esta feria mundial concurren todas las
empresas industriales y comercializadoras del grano con especialistas mundiales
del rubro en todas las etapas del proceso, desde el cultivo hasta su consumo,
porque allí se muestran las innovaciones tecnológicas y las preferencias del
mercado global.
Esto sucedió la semana pasada pero
nadie salió a las calles a celebrar este acontecimiento, no hubo carabanas, ni
banderas, ni transmisiones en TV, ni titulares de primera página en los diarios
lo cual rebela el desprecio, la discriminación mediática y, falta de orgullo
nacional por las proezas del agro peruano. El manejador de imagen del
presidente ignora a Mamani porque quizá considera que no reditúa políticamente
y el Congreso de la República puede condecorar a Xi Jimping o a “Melcochita”
pero a Mamani no.
Putinapunco es una zona enclavada en
las estribaciones de la cordillera oriental. Hace 50 años era selva virgen pero
aymaras y quechuas fueron los pioneros. No sabían nada del cultivo de café ni
lo consumían porque sus tradiciones eran andinas. Pero aprendieron y empezaron
sembrando pequeñas parcelas café, junto a los frutales, yuca, coca, maíz. A
esos lugares nunca llegó la ayuda gubernamental. Todo es por iniciativa propia.
Conozco el lugar porque cerca estaba la base guerrillera del ELN para el
ingreso del Che y teníamos nuestro cafetal.
Con el tiempo, el cafetal se
convirtió para los colonizadores altiplánicos en cultivo principal. Cuando
terminaba la campaña agrícola en el altiplano las comunidades campesinas
bajaban a la selva a la temporada de café que rendía más en términos monetarios
ya que en la altura primaba la agricultura de subsistencia. La migración se
hizo más intensa y muchos optaron por fijar residencia en la selva. Para no ser
presa fácil de los acopiadores optaron por integrase en empresas cooperativas
que, se encargan de comercializar el grano por encargo de sus socios.
Raúl Mamani, es socio de la Central
de Cooperativas Cafetaleras de los Valles de Sandia (Cecovasa) al amparo de la
cual ha ganado concursos nacionales, lo que le valió ser invitado a participar
en dicha feria mundial. Gracias a estos campesinos de las zonas cafetaleras de
toda nuestra selva alta el café peruano ha venido ganando prestigio en el
extranjero más que en nuestro país donde los cafetines prefieren vender café
colombiano solo por la marca porque el grano es peruano.
En mérito al prestigio internacional
del café peruano, Barista Guild of America, la más prestigiosa organización de
baristas de Estados Unidos seleccionó el café de los campesinos de la
cooperativa Incahuasi de Cusco que se cultiva a más 2000 m.s.m., para servirlo
en el evento Re:co Symposium 2017, que es la cita previa de los más importantes
actores de los cafés especiales del mundo, dos días antes de la Global
Specialty Coffee Expo. Los productores cusqueños fueron aclamados y los
contratos para la cooperativa no se hicieron esperar. Valió el esfuerzo de
PROMPERU que siempre ayuda en estas ferias.
Pero
claro, a estos logros no se le da importancia nacional aunque lo merezca tanto
como la gastronomía peruana que es también fruto de la inspiración de las
campesinas pobres que, al no tener la disponibilidad de las amas de casa
citadinas, se las ingenian para crear potajes que son una delicia. El campesino
no es muy dado a la cocina y es la mujer la que prepara todo para alimentar a
la familia con lo que hay en la chacra. ¿De dónde salió el mote, la causa, el
seco, etc? Pero tampoco se reconoce esta proeza de la mujer campesina. Ella
sigue pobre y son otros los beneficiarios de su ingenio.
(De derecha a Izquierda) Presidente
de la Cooperativa Incahuasi, Muriel Palomino y, Claudio Ortiz, gerente general.
Pero el caso del café nos da una idea
de la fortaleza del campesinado minifundista agrupado en cooperativas o como
caficultor independiente. En situación de abandono estatal, tras la cordillera
de los andes, sin tener el apoyo del Estado, compitiendo con el narcotráfico y
las adversidades de la naturaleza son capaces de lograr éxitos increíbles. El
café aporta anualmente alrededor de mil millones de divisas que el país dispone
para sus importaciones y el trato que recibe el sector cafetalero es denigrante
lo cual se traduce en baja productividad. El promedio solo saca la tercera
parte de lo que debería ser.
Es de imaginarse la potencialidad
estratégica que posee el café para el desarrollo nacional si tuviese el nivel
tecnológico y científico como lo tienen otros países. Brasil y Colombia viven
del café y Perú no aprovecha las condiciones ecológicas que le dan ventaja de
calidad para convertirse en la primera potencia mundial en café. Las divisas
que trae se quedan en el país a diferencia de la minería que se lleva todo para
engrosar fortunas extranjeras. Toda la retórica de la lucha contra la pobreza y
de la diversificación productiva como alternativa al extractivismo queda mal
parada con el trato que recibe la caficultura nacional.
Raúl Mamani volverá a su chacrita en
las profundidades de la selva, a trabajar como siempre y todo lo vivido en la
competencia mundial quedará solo como recuerdo. Vive de su trabajo no de los
premios. Sin seguro social, sin jubilación, sin vacaciones, sin CTS, ni horas
extras, ni aguinaldos ni bonificaciones por escolaridad, Fiestas Patrias o
Navidad. Así como Raúl Mamani, son muchos los campesinos que viven en
condiciones paupérrimas mientras los que procesan y exportan sus productos se
enriquecen. Esa es la maldición de vivir bajo un sistema de dominación como el
que impera en nuestro país.
¿Esto es justo? Todos dirán que no.
Pero así como velamos por los homosexuales y lesbianas para que no sean
segregados, ¿No sería bueno hacerlo también con igual devoción por los
campesinos que no tienen beneficios sociales en pleno siglo XXI? Justicia
social es nuestra bandera en la izquierda de siempre. ¿Pero qué tanto estamos
dispuestos a luchar por ella? O nos hacemos los desentendidos para explotar
esta necesidad solo en campaña electoral.
Lo que sugiero es que hagamos un
esfuerzo por una militancia más activa. Abramos el debate en nuestras reuniones
y tratemos estos asuntos con la mayor honestidad sin pensar en sacar ventajas.
Salvo mejor parecer.
FUENTE: Milciadez Ruiz
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