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martes, 10 de enero de 2023

DEJARA DE SER UNA PIEZA EN ESTE AJEDREZ POLÍTICO LA FIGURA DE DINA BOLUARTE, AL RITMO DE LAS ARENGAS DINA ASESINA

 



DEJARA DE  SER UNA PIEZA EN ESTE AJEDREZ POLÍTICO LA FIGURA DE DINA BOLUARTE, AL RITMO DE LAS ARENGAS DINA ASESINA

 

DINA “BALEARTE”, como ha sido bautizada la primera presidenta del Perú, que acaba de cumplir 30 días en el cargo, será recordada en la historia por los 30 fallecidos atribuibles a las protestas contra su gobierno en este periodo. Un muerto por día.

 

Otro dato es que a 28 de ellos los asesinaron a balazos por las fuerzas policiales y las fuerzas armadas, bajo su mando. Y uno más: 4 de ellos eran adolescentes. Pese a la argumentación frecuente, ninguno tenía ningún antecedente ligado al terrorismo o, siquiera, a alguna organización política de izquierda.

 

Mientras esto escribo, decenas de videos grabados por los propios ciudadanos, ya que la prensa limeña ignora estos hechos, muestran cómo el centro actual de la protesta, Puno, es objeto de una represión desmedida. La paz en manos de una policía enardecida, que ha comenzado a golpear mujeres mayores y adolescentes.

 

Además, se ha documentado varios sucesos que muestran a efectivos policiales cometiendo vandalismo, con la evidente intención de descalificar la protesta. Eso y las declaraciones de inefables congresistas como Jorge Montoya y Alejandro Cavero, han motivado el acuerdo de la población aymara. Reunida en Ilave, se comprometieron a marchar hasta Lima, en número no menor de 30 mil, para “tomarla”.

 

Así, lejos de los intonsos llamados a “la paz” de Boluarte, la protesta va germinando. Y lo hace al ritmo de la provocación congresal, cuyas expresiones son el acicate perfecto para un largo enfrentamiento. Ellos acentúan la polarización Lima-centro, hacia un desenlace de impredecible dirección.

 

Pero además de la violencia, que se ha multiplicado en su régimen, lo que caracteriza su gobierno es la improductividad. Una gestión anodina -como la propia Dina- que se limita a declaraciones vacías y una cercanía impúdica a sectores que hasta hace poco la terruqueaban. Y la descalificaban de todas las formas posibles. Su presencia en todos los canales de televisión, sin previa rectificación a los calificativos de “Dinamita”, es solo una faceta de ese “matrimonio por interés”.

 

No es solo que haya una alianza entre este gobierno y los sectores políticos que no ganaron la última elección, sino que se trata de una auténtica captura del poder absoluto a través del poder Legislativo, el Ejecutivo, y parte del Judicial. Dina Boluarte es apenas una rehén de intereses que estaban urgidos de la salida de Pedro Castillo, no precisamente por las arcadas que les produce la corrupción, como claman.

 

Desde el día en que -poco antes de la vacancia y sucesión presidencial- la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales archivó sin más la acusación contra la entonces vicepresidenta Boluarte, y la libró de la suspensión, quedó en evidencia su entrega y sumisión a ese sector que maneja el país oficial. Ese de las formas y leyes maleables, pleno de hipocresía sobre los valores que defiende. Ese, dominado por intereses de grupos económicos, que están en el límite de la legalidad, o son directamente delictivos.

 

La conversión de la presidenta Boluarte en un monigote de esa mezcla de fujimorismo, conservadurismo, militarismo y “DBAismo” que hoy exacerba la narrativa de una supuesta amenaza terrorista y se solaza en el despliegue de la fuerza contra “los indios que quieren rebelarse”; tiene, sin embargo, sus límites.

 

La toma del poder de ese sector, gracias a la debilidad, inconsistencia e inmoralidad de Pedro Castillo y su círculo, avanza ahora contra los organismos electorales.. Así buscan asegurarse que, en una futura elección, no tenga oportunidad otro sector político. Pero esto podría ser engañoso, pues la población intuye estas movidas. En ese momento, cuando Dina sea arrojada a los leones, nuevamente la intuición del pueblo, que sí existe, hará lo suyo.

 

Entre tanto, la protesta no cesará. Aunque así lo quieran presentar los medios de comunicación de Lima, Pedro Castillo ha dejado de ser una pieza en este ajedrez político. Murió, como pronto lo hará la figura de Dina Boluarte, al ritmo de las arengas que seguirán coreando: Dina asesina.

 

 Escrito por Mabel Cáceres Calderón


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