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domingo, 28 de junio de 2020

EL ACUERDO ENTRE EL MINISTERIO DE SALUD Y LAS CLÍNICAS PRIVADAS NO ALIVIA LA SITUACIÓN DE QUIENES DEBEN FORTUNAS POR LA ATENCIÓN QUE ESOS ESTABLECIMIENTOS LES "BRINDARON" A SUS SERES QUERIDOS



José Luis Tovar Reynoso ( 68) todavía no sabe que la clínica San Felipe, donde estuvo internado 60 días en una UCI, le acaba de enviar a su familia una factura por 665,075 soles.  Tovar padece "delirio  de paciente  crítico",  una secuela común en aquellos enfermos que han estado mucho tiempo en coma inducido, como es el caso de los  pacientes  de covid-19  que requieren  ventilación   mecánica. El pasado  21 de junio Tovar fue dado de alta, pero le quedan por delante las terapias de recuperación. Sus hijos no saben cómo afrontar una deuda que les resulta imposible de pagar. Y es que el acuerdo entre el gobierno y las clínicas privadas para aplicar una tarifa plana de 55 mil soles a los pacientes ingresados en sus instalaciones no contempla que esa medida pueda cumplirse de manera retroactiva.



José Luis Tovar aportó durante más de 30 años al seguro social, pero a mediados de abril, cuando su hijo Pablo lo llevó de emergencia, primero al Hospital Rebagliati y luego al Sabogal, le dijeron que no lo podían atender porque no había camas disponibles. La familia, desesperada, lo condujo a la clínica San Felipe, donde, previo pago de 15,000 soles, quedó internado en la Unidad de Cuidados Intensivos.

"A los 15 días, la cuenta salía algo de 150,000 soles. Nosotros pedimos que lo transfirieran  a un hospital de ESSALUD, pero estando en UCI, con ventilación mecánica y con los hospitales colapsados, era imposible conseguir una cama. Cuando llamábamos a ESSALUD nos decían que todo estaba ocupado", dice Pablo Tovar, el mayor de los tres hijos de José Luis.

Pablo Tovar muestra las facturas, asi el 50% de los cobros son por concepto de medicinas. "Los medicamentos son alrededor de 300.000 soles. El paracetamol de un gramo, inyectable, nos salió 264 cada uno, cuando en el observatorio de precios de la Digemid el costo llega a los 46 soles", se queja Tovar.

La familia de José Luis sólo ha logrado  recolectar 50,000  soles, entre préstamos y ahorros. No pueden destinarlo todo al pago de la cuenta de la clínica porque deben pagar también las terapias fisicas y psicológicas de su padre, hoy incapaz de ponerse en pie.

"Hemos tenido que comprar un balón de oxígeno por casi 5,000 soles porque el médico nos dijo que podría haber alguna crisis respiratoria y lo mejor era estar preparados", dice Pablo Tovar, médico farmacéutico y dueño de una botica en San Martín de Porres. La familia Tovar espera que EsSalud cubra los gastos, pero desde la entidad le responden con un riguroso silencio.

El pasado 24 de junio el gobierno firmó un "acta de acuerdo" con las clínicas privadas para las tarifas que podrán cobrar a los pacientes. Uno de los puntos del consenso apuntaba a "revisar" las facturas de los pacientes que habían atendido desde que empezó la pandemia. Un día después, el jueves 25,  el ministro de Salud admitió que no había nada claro al respecto.

"El objetivo es que no asuman la deuda (los pacientes), pero tenemos que ver que esto sea ajustado a la ley y por eso hemos sido cautos. No quiero generar una expectativa que pueda chocar con una ley que me lo impida", dijo Víctor Zamora en RPP. "En tanto no haya algo concreto, va a haber personas que van a seguir endeudadas", dice la abogada Alicia Abanto, adjunta para los servicios públicos de la Defensoría del Pueblo. Abanto añade que el acuerdo llega  tarde  y advierte que desde el mes pasado están solicitando a SUSALUD los tarifarios de los servicios de las clínicas.



CALVARIO EN SAN PABLO

Susy Medina ya no tiene más muebles que vender.  La sala de estar está vacía. La mujer empezó a vender sus cosas para poder pagar la cuenta de 201,968 soles que le ha llegado por los primeros 18 días que su esposo, Eusebio Castillo, lleva internado en la clínica San Pablo. Y aún no sabe cuándo le podrán dar el alta.

Medina cuenta que la Colina San Pablo fue el único centro médico en donde encontró una cama para ingresar a su esposo el pasado 1 de junio. Aquel día su marido, empleado de una ferretería y asegurado de EsSalud, empezó a ahogarse de repente. Tras una larga peregrinación por los hospitales del seguro social, el matrimonio  terminó  en esta clínica de Surco. Para admitir su internamiento, le pidieron 40,000 soles por adelantado. Castillo tenía ese dinero en sus tarjetas. "Pero esa plata no es de él", dice Medina, sin dar más explicaciones.

Luego de cuatro días en emergencia, el paciente pasó a la Unidad de Cuidados Intensivos. La oficína de admisión le advirtió que la tarifa diaria rondaría los 10,000 soles. Medina, entonces, solicitó  que lo transfirieran  a un hospital. Me dijeron que tenía que llevar un documento  de cualquier hospital acreditando  que tiene cama UCI. Fue imposible", dice la mujer, madre de dos hijos de cuatro y 12 años.

Susy Medina se ha despojado de muebles, dos televisores y dos computadoras, y ha tenido que pedir préstamos a amigos y familiares. Ha logrado recolectar 50,000 soles para pagar parte de la cuenta. "El 20 de junio mi esposo pasó a una cama de hospitalización y estoy a la espera de ver las nuevas facturas", dice Johan   Vílchez   Hurtado   (42) todavía  está sufriendo las secuelas de su paso por la UCI. Estuvo internado en la clinica San Pablo durante 66  días.  Hoy  padece  de "delirio de paciente crítico" y está, temporalmente, postrado en  una silla de ruedas. "Es como un bebé al que hay que bañarlo  y darle  de comer. Nosotros vamos a asumir la recuperación de mi hermano, pero no tenemos dinero para pagar lo que la clínica nos pide", dice su hermana, la periodista Cris Vílchez. La cuenta le llegó a la familia Vílchez el pasado 19 de junio. En total  son 465,437 soles, de los cuales sólo han podido pagar S/.130,000.

"Mi  hermano fue  a  la  clínica luego de que el 113 no fuera a tomarle  la prueba,  de que el 106 no respondiera, de que los hospitales le dijeran  que no había  camas  de hospitalización. Mi hermano lo único que hizo fue salvar su vida", dice Cris Vílchez.

A los pocos  días de ser hospitalizado,  las hermanas de Vílchez tramitaron un  seguro  integral de salud para él. "Entonces le dijimos a la clínica que mi hermano estaba afiliado al SIS y que, por favor, consulten si el seguro puede cubrir los gastos. Nos indicaron que ellos no tenían  convenio con el SIS", comenta  la periodista.

El 16 de junio  Cris Vílchez decidió compartir su caso en redes sociales. Al día siguiente,  le informaron que su hermano iba a salir de alta y que el gerente de la clínica quería hablar con su familia para hacer un "reajuste" en la cuenta. "Aplicaron un descuento de 100,000 soles y eso era supuestamente 'un apoyo solidario' de la clínica. La condición para el descuento es que firmemos un pagaré en un plazo de 48 horas, pero no hemos firmado.  He consultado con un abogado y es probable que nos demanden", dice la periodista.

La familia de José Alfredo Gaitán Sánchez (40) recibe cada dos o tres días mensajes del área de cobranzas de la  clínica San Pablo.  El 28 de mayo,  por ejemplo,  recibieron uno que decía: "Como te dije hace unos  días,  necesitamos un abono urgente. Ya la cuenta está pendiente en 98,000 soles. Mi gerencia ya está preocupada. Si no, por favor, buscar una cama en un hospital".

Tres días después  de este mensaje, Gaitán, internado en la clínica desde el 13 de mayo, falleció en una cama  de cuidados  intensivos. Y la factura  que le llegó a la familia por dos semanas y media  de internamiento  llegó a 220,000 soles.

Gaitán también era asegurado de EsSalud. La noche que se puso grave, sus hermanos y cuñadas buscaron por todo Lima alguna  cama en los nosocomios del seguro social. Pero no consiguieron plaza. Desesperados, fueron a la clínica San Pablo. "En un momento así uno sólo piensa en salvar a su familiar", dice Melissa Zamudio,  su cuñada,  que días después pidió que se tramite su traslado a un hospital  de EsSalud. "Cuando yo llamé a EsSalud, me dijeron que la clínica tenía que hacer ese trámite. Y en la clínica me dijeron que ellos no tramitaban nada", recuerda Zamudio.

Las probabilidades de que José Luis sobreviviera eran  bajas.  Los doctores detectaron que,  además del coronavirus, tenía un pulmón más pequeño que el otro, un mal­ de formación congénita.

Conforme  pasaban los días,  la clínica los fue presionando para que pagaran. En casa de los Gaitán, la situación era caótica. La esposa de José  acababa de recibir  la noticia de que en su trabajo le aplicarían  la suspensión perfecta. Su hermano, Erick, y su cuñada,  Melissa Zamudio, acababan  de salir de un cuadro leve de covid-19.

El primero de junio la muerte de José Alfredo los agarró buscando el dinero para  cubrir  los gastos. Y la clínica puso como condición para el retiro del cuerpo  ­dice la familia­ el pago de la facturación: 220,000 soles. Al día siguiente el hermano de José reunió, gracias a préstamos de amigos y familiares,  70,000. Y ese  mísmo  día  lo  enterraron.  La clínica, tras  una  renegociación de la factura, les hizo un descuento de 20 mil soles. "Ahora debemos pagar un monto de 8,000 soles cada mes. Pero nuestros sueldos  no llegan a los 2,000 soles", dice Erick Gaitán, hermano de José.

'Yo pensé que el seguro iba a cubrir todo el tratamiento", dice Lady Pérez, hija de William Pérez Gutarra (60), un comerciante de insumos de cocina que enfermó de covíd­19 a inicios de mayo y que llevaba dos años pagando el seguro privado que ofrece la clínica San Pablo. Por eso, cuando  el patriarca de la familia se enfermó,  fueron   directamente  a este centro de salud. La factura  les llegó el 19 de junio,  el mismo  día que le comunicaron que su padre había fallecido. El monto asciende a 300,000 soles.

Cuando llegaron a emergencias, la noche  del 5 de mayo, su padre parecía estable. A los ocho días, sin embargo,  su cuadro  se agravó  de pronto. "Mi papá estuvo la primera semana en una cama de hospitalización. Pero de repente, en ocho días, su cuadro  se agravó, tenía más del 90% del pulmón  comprometido", dice Lady Pérez. William Pérez falleció después de 45 días en la Unidad  de Cuidados Intensivos. Cuando la familia recibió la factura,  solicitó una  refinanciación. Y la clínica aceptó una rebaja de 40,000 soles. "Son 160,000 so­ les que debemos pagar  en cuotas de 6,000 mensuales. Es un dinero que no tenemos", dice Lady Pérez, cajera en un banco y con un sueldo que ronda  los 1,590 soles.


Por JULIO ROSPIGLIOSI

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