José Luis Tovar Reynoso ( 68) todavía no
sabe que la clínica San Felipe, donde estuvo internado 60 días en una UCI, le
acaba de enviar a su familia una factura por 665,075 soles. Tovar padece "delirio de paciente
crítico", una secuela común
en aquellos enfermos que han estado mucho tiempo en coma inducido, como es el
caso de los pacientes de covid-19
que requieren ventilación mecánica. El pasado 21 de junio Tovar fue dado de alta, pero le
quedan por delante las terapias de recuperación. Sus hijos no saben cómo
afrontar una deuda que les resulta imposible de pagar. Y es que el acuerdo entre
el gobierno y las clínicas privadas para aplicar una tarifa plana de 55 mil soles
a los pacientes ingresados en sus instalaciones no contempla que esa medida
pueda cumplirse de manera retroactiva.
José Luis Tovar aportó durante más de 30
años al seguro social, pero a mediados de abril, cuando su hijo Pablo lo llevó
de emergencia, primero al Hospital Rebagliati y luego al Sabogal, le dijeron
que no lo podían atender porque no había camas disponibles. La familia,
desesperada, lo condujo a la clínica San Felipe, donde, previo pago de 15,000
soles, quedó internado en la Unidad de Cuidados Intensivos.
"A los 15 días, la cuenta salía
algo de 150,000 soles. Nosotros pedimos que lo transfirieran a un hospital de ESSALUD, pero estando en
UCI, con ventilación mecánica y con los hospitales colapsados, era imposible
conseguir una cama. Cuando llamábamos a ESSALUD nos decían que todo estaba
ocupado", dice Pablo Tovar, el mayor de los tres hijos de José Luis.
Pablo Tovar muestra las facturas, asi el
50% de los cobros son por concepto de medicinas. "Los medicamentos son
alrededor de 300.000 soles. El paracetamol de un gramo, inyectable, nos salió
264 cada uno, cuando en el observatorio de precios de la Digemid el costo llega
a los 46 soles", se queja Tovar.
La familia de José Luis sólo ha logrado recolectar 50,000 soles, entre préstamos y ahorros. No pueden
destinarlo todo al pago de la cuenta de la clínica porque deben pagar también
las terapias fisicas y psicológicas de su padre, hoy incapaz de ponerse en pie.
"Hemos tenido que comprar un balón
de oxígeno por casi 5,000 soles porque el médico nos dijo que podría haber
alguna crisis respiratoria y lo mejor era estar preparados", dice Pablo
Tovar, médico farmacéutico y dueño de una botica en San Martín de Porres. La
familia Tovar espera que EsSalud cubra los gastos, pero desde la entidad le
responden con un riguroso silencio.
El
pasado 24 de junio el gobierno firmó un "acta de acuerdo" con las
clínicas privadas para las tarifas que podrán cobrar a los pacientes. Uno de los puntos del consenso apuntaba
a "revisar" las facturas de los pacientes que habían atendido desde
que empezó la pandemia. Un día después, el jueves 25, el ministro de Salud admitió que no había
nada claro al respecto.
"El objetivo es que no asuman la
deuda (los pacientes), pero tenemos que ver que esto sea ajustado a la ley y
por eso hemos sido cautos. No quiero generar una expectativa que pueda chocar
con una ley que me lo impida", dijo Víctor Zamora en RPP. "En tanto
no haya algo concreto, va a haber personas que van a seguir endeudadas",
dice la abogada Alicia Abanto, adjunta para los servicios públicos de la
Defensoría del Pueblo. Abanto añade que el acuerdo llega tarde
y advierte que desde el mes pasado están solicitando a SUSALUD los
tarifarios de los servicios de las clínicas.
CALVARIO EN SAN PABLO
Susy Medina ya no tiene más muebles que
vender. La sala de estar está vacía. La
mujer empezó a vender sus cosas para poder pagar la cuenta de 201,968 soles que
le ha llegado por los primeros 18 días que su esposo, Eusebio Castillo, lleva
internado en la clínica San Pablo. Y aún no sabe cuándo le podrán dar el alta.
Medina cuenta que la Colina San Pablo
fue el único centro médico en donde encontró una cama para ingresar a su esposo
el pasado 1 de junio. Aquel día su marido, empleado de una ferretería y
asegurado de EsSalud, empezó a ahogarse de repente. Tras una larga peregrinación
por los hospitales del seguro social, el matrimonio terminó
en esta clínica de Surco. Para admitir su internamiento, le pidieron
40,000 soles por adelantado. Castillo tenía ese dinero en sus tarjetas.
"Pero esa plata no es de él", dice Medina, sin dar más explicaciones.
Luego de cuatro días en emergencia, el
paciente pasó a la Unidad de Cuidados Intensivos. La oficína de admisión le
advirtió que la tarifa diaria rondaría los 10,000 soles. Medina, entonces,
solicitó que lo transfirieran a un hospital. Me dijeron que tenía que
llevar un documento de cualquier
hospital acreditando que tiene cama UCI.
Fue imposible", dice la mujer, madre de dos hijos de cuatro y 12 años.
Susy Medina se ha despojado de muebles,
dos televisores y dos computadoras, y ha tenido que pedir préstamos a amigos y
familiares. Ha logrado recolectar 50,000 soles para pagar parte de la cuenta.
"El 20 de junio mi esposo pasó a una cama de hospitalización y estoy a la
espera de ver las nuevas facturas", dice Johan Vílchez
Hurtado (42) todavía está sufriendo las secuelas de su paso por la
UCI. Estuvo internado en la clinica San Pablo durante 66 días.
Hoy padece de "delirio de paciente crítico" y
está, temporalmente, postrado en una
silla de ruedas. "Es como un bebé al que hay que bañarlo y darle
de comer. Nosotros vamos a asumir la recuperación de mi hermano, pero no
tenemos dinero para pagar lo que la clínica nos pide", dice su hermana, la
periodista Cris Vílchez. La cuenta le llegó a la familia Vílchez el pasado 19
de junio. En total son 465,437 soles, de
los cuales sólo han podido pagar S/.130,000.
"Mi
hermano fue a la
clínica luego de que el 113 no fuera a tomarle la prueba,
de que el 106 no respondiera, de que los hospitales le dijeran que no había
camas de hospitalización. Mi
hermano lo único que hizo fue salvar su vida", dice Cris Vílchez.
A los pocos días de ser hospitalizado, las hermanas de Vílchez tramitaron un seguro
integral de salud para él. "Entonces le dijimos a la clínica que mi
hermano estaba afiliado al SIS y que, por favor, consulten si el seguro puede
cubrir los gastos. Nos indicaron que ellos no tenían convenio con el SIS", comenta la periodista.
El 16 de junio Cris Vílchez decidió compartir su caso en
redes sociales. Al día siguiente, le
informaron que su hermano iba a salir de alta y que el gerente de la clínica quería
hablar con su familia para hacer un "reajuste" en la cuenta.
"Aplicaron un descuento de 100,000 soles y eso era supuestamente 'un apoyo
solidario' de la clínica. La condición para el descuento es que firmemos un
pagaré en un plazo de 48 horas, pero no hemos firmado. He consultado con un abogado y es probable
que nos demanden", dice la periodista.
La familia de José Alfredo Gaitán Sánchez
(40) recibe cada dos o tres días mensajes del área de cobranzas de la clínica San Pablo. El 28 de mayo, por ejemplo,
recibieron uno que decía: "Como te dije hace unos días,
necesitamos un abono urgente. Ya la cuenta está pendiente en 98,000
soles. Mi gerencia ya está preocupada. Si no, por favor, buscar una cama en un
hospital".
Tres días después de este mensaje, Gaitán, internado en la
clínica desde el 13 de mayo, falleció en una cama de cuidados
intensivos. Y la factura que le
llegó a la familia por dos semanas y media
de internamiento llegó a 220,000
soles.
Gaitán también era asegurado de EsSalud.
La noche que se puso grave, sus hermanos y cuñadas buscaron por todo Lima
alguna cama en los nosocomios del seguro
social. Pero no consiguieron plaza. Desesperados, fueron a la clínica San Pablo.
"En un momento así uno sólo piensa en salvar a su familiar", dice
Melissa Zamudio, su cuñada, que días después pidió que se tramite su
traslado a un hospital de EsSalud.
"Cuando yo llamé a EsSalud, me dijeron que la clínica tenía que hacer ese
trámite. Y en la clínica me dijeron que ellos no tramitaban nada", recuerda
Zamudio.
Las probabilidades de que José Luis
sobreviviera eran bajas. Los doctores detectaron que, además del coronavirus, tenía un pulmón más
pequeño que el otro, un mal de formación congénita.
Conforme
pasaban los días, la clínica los
fue presionando para que pagaran. En casa de los Gaitán, la situación era
caótica. La esposa de José acababa de
recibir la noticia de que en su trabajo
le aplicarían la suspensión perfecta. Su
hermano, Erick, y su cuñada, Melissa
Zamudio, acababan de salir de un cuadro
leve de covid-19.
El primero de junio la muerte de José
Alfredo los agarró buscando el dinero para
cubrir los gastos. Y la clínica
puso como condición para el retiro del cuerpo
dice la familia el pago de la facturación: 220,000 soles. Al día
siguiente el hermano de José reunió, gracias a préstamos de amigos y
familiares, 70,000. Y ese mísmo
día lo enterraron.
La clínica, tras una renegociación de la factura, les hizo un
descuento de 20 mil soles. "Ahora debemos pagar un monto de 8,000 soles
cada mes. Pero nuestros sueldos no
llegan a los 2,000 soles", dice Erick Gaitán, hermano de José.
'Yo pensé que el seguro iba a cubrir todo
el tratamiento", dice Lady Pérez, hija de William Pérez Gutarra (60), un
comerciante de insumos de cocina que enfermó de covíd19 a inicios de mayo y
que llevaba dos años pagando el seguro privado que ofrece la clínica San Pablo.
Por eso, cuando el patriarca de la
familia se enfermó, fueron directamente
a este centro de salud. La factura
les llegó el 19 de junio, el mismo día que le comunicaron que su padre había
fallecido. El monto asciende a 300,000 soles.
Cuando llegaron a emergencias, la
noche del 5 de mayo, su padre parecía
estable. A los ocho días, sin embargo,
su cuadro se agravó de pronto. "Mi papá estuvo la primera
semana en una cama de hospitalización. Pero de repente, en ocho días, su cuadro se agravó, tenía más del 90% del pulmón comprometido", dice Lady Pérez. William
Pérez falleció después de 45 días en la Unidad
de Cuidados Intensivos. Cuando la familia recibió la factura, solicitó una
refinanciación. Y la clínica aceptó una rebaja de 40,000 soles.
"Son 160,000 so les que debemos pagar
en cuotas de 6,000 mensuales. Es un dinero que no tenemos", dice
Lady Pérez, cajera en un banco y con un sueldo que ronda los 1,590 soles.
Por JULIO ROSPIGLIOSI
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