En diciembre
pasado, bajo el título de “Panorama borrascoso” hice la advertencia de que se
avecinaba una sombría tempestad capitalista. Desde entonces la economía mundial
ha continuado deteriorándose tomando mayor fuerza con la propagación del
coronavirus, que ha desacelerado aún más, el movimiento económico global. Esta
situación, la empezaremos a sentir en todo aspecto, porque nuestra economía es
altamente dependiente del extranjero.
Conociendo la
impericia gubernamental, podríamos decir que la vida nacional está en un alto
riesgo económico y social. Por nuestro lado, si no nos preparamos para lo que
se viene, nuestra impericia nos incapacitará para defender los intereses
populares. Es necesario entonces, planificar las medidas defensivas
oportunamente. Esa es nuestra responsabilidad.
Ello implicará
clarificación del diagnóstico, análisis y elaboración de propuestas para exigir
disposiciones técnicas y políticas gubernamentales en combinación estratégica
con las movilizaciones políticas. Es desagradable hacer de “pájaro agorero”
pero es mejor que no decir nada.
El asunto es que
los grandes intereses mundiales tienen un diagnóstico negativo de la evolución
de los negocios y prefieren no arriesgar, detrayendo sus inversiones. Los
grupos financieros también toman sus medidas y endurecen el crédito evitando
riesgos. Una señal muy clara es la baja demanda de petróleo que es el
combustible de la industrialización y esta disminución significa que la
producción industrial y el PBI se están reduciendo.
Si la demanda de
petróleo disminuye por debajo de la oferta de entonces su precio se cae. Este
ya descendió a niveles poco rentables y si esto es así, no se justifica el alto
costo de mantener tropas estadounidenses en los países productores desde la
invasión a Irak. Decir que EE UU retira sus tropas por un acuerdo de paz con
los talibanes es una pantomima. “A otro perro con ese hueso”.
La OCDE
(Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos) ya adelantó un pronóstico
de crecimiento mundial de solo 2.4% en 2020, su nivel más bajo desde las crisis
financieras de 2008-2009, contra 2.9% en 2019, con posibilidad de caer hasta el
1.5%. Otras fuentes son más pesimistas y temen que se repita la gran depresión
de 1929.
Esta situación
de declive la podemos comparar con lo que suele suceder cuando corre el rumor
de que algún banco está por quebrar como sucedió con el Banco Latino en nuestro
país. El pánico financiero se apodera de los ahorristas y todos corren a
retirar su dinero, provocando su desplome.
De manera
similar, esta semana mientras estábamos concentrados en el coronavirus, el pánico
financiero se apoderó del mercado de capitales haciendo que los inversionistas
retiren su dinero (propio o financiado) abandonado sus intenciones de comprar
acciones, con lo cual ocasionaron el desplome de las bolsas de valores en todo
el mundo.
El lunes pasado,
9 de marzo, las principales bolsas de valores europeas colapsaron. El día 12,
cayeron las bolsas de EE UU entre el 9% y el 11%, a pesar de las movidas de la
Reserva Federal. El índice Dow Jones cayó casi el 10% como no sucedía hace más
de 30 años, con el “Lunes Negro” en 1987. Tuvieron que suspender las
cotizaciones como emergencia.
Los mercados
europeos y de la región Asia-Pacífico siguieron la misma tendencia de Wall
Street. El desplome se produjo después de que la Organización Mundial de la
Salud declarara el coronavirus como pandemia y la posterior suspensión de
vuelos de Europa a EE.UU. y hacia otros países.
Desde mediados
de febrero las bolsas italianas han registrado el máximo desplome en Europa. El
mayor banco italiano, UniCredit, ha perdido un 39% de su valor, mientras que la
tasa de interés casi se ha duplicado. Es posible que pasado el pánico se
retorne a la normalidad, pero el tiempo es inexorable y lo perdido no se podrá
recuperar si no se cuenta con los medios.
Como se recordará,
en 1987 la crisis financiera nos dejó sin capacidad de pagar la deuda externa.
Era el primer gobierno de Alan García, que nos metió la mano al bolsillo con la
devaluación de nuestra moneda y la inflación acelerada. Desapareció el sol de
oro porque no valía nada, siendo reemplazado por el Inti. Había que pagar los
pasajes en microbús con fajos de billetes. La izquierda tenía 14 senadores y 50
diputados.
Según la revista
Forbes, las 20 personas más ricas del mundo perdieron este jueves más de 78.000
millones de dólares en un solo día, luego que los principales mercados de todo
el mundo se desplomaran. La peor caída la tuvo el hombre más rico del mundo,
Jeff Bezos.
El director
ejecutivo de Amazon perdió 8.000 millones de dólares, que equivale a más del 7
% de su patrimonio neto, cuando las acciones de su compañía bajaron casi un 8 %
de su cotización. Pero claro, los ricos recuperan sus pérdidas trasladándolas a
los estamentos inferiores. Los pobres, por ser los últimos no tienen a quienes
trasladarlas.
Vemos pues, que
cuando el movimiento de capitales o dinero se estanca por los motivos
indicados, entonces el circulante baja de ritmo porque no hay liquidez para
operar. Si la cantidad de dólares disminuye en el mercado internacional, su
escasez hace que suba de precio, como viene sucediendo en todos los países
incluyendo el nuestro que se acerca a los S/. 3,60/ dólar.
Demás está
decir, lo que esto significa en carestía de vida, inflación y devaluación de
nuestra moneda. Más el 95% de la producción avícola depende del maíz importado
y si este sube de precio, las amas de casa tendrán que pagar más por el kilo de
pollo, huevos, etc. Pero este, es en un solo rubro de los cientos de insumos
importados para la producción de alimentos y artículos de primera necesidad. Ni
qué decir de las medicinas y tecnologías.
Es pues un mal
año para los negocios, para los consumidores, para el empleo, para las
necesidades populares. Pero cada situación económica configura una situación
política correlativa y ya sabemos que los indefensos llevan las de perder. La
izquierda tiene el deber de responder consecuentemente a los retos de su tiempo
histórico. ¿O será mejor dedicamos a la próxima campaña electoral? Ustedes que
dicen.
Marzo, 2020
Milciades Ruiz
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