AMARRES POLÍTICOS
Antes que el Parlamento accesitario
entre en funciones, ya empezaron los amarres y repartijas entre los electos,
bajo el engañoso cartel “Acuerdo por la gobernabilidad” en el que los resabidos
maniobreros pescan a río revuelto. Opinar negativamente, no es bueno, sobre
todo cuando la prensa lo resalta como positivo. Pero así entró a Troya, el
caballo brindado por los aqueos y eso nos ha quedado como lección.
Los testaferros se aseguran así la
captura del poder en el Congreso y de las Comisiones parlamentarias
estratégicas que filtran los proyectos e investigaciones políticas. Así se
gestan los amarres de la corrupción, como ya es costumbre, en las licitaciones
por obras públicas y en los sub contratos como los que tenía la empresa del
presidente. Los amarres, tiene el don de la ubicuidad: Están en todas partes.
Pero lo que quisiera resaltar es nuestra
permisibilidad ante las malas prácticas de gobierno. Nos hemos acostumbrado a
ellas, a tal punto que no nos llama la atención, y los amarres políticos adquieren
visos de derecho consuetudinario. Nadie dice nada porque es legal hacer trampa.
De este modo, el gobierno parlamentario, lleva en sus entrañas el germen de la
corrupción, gestada precisamente por quienes electoreramente dijeron que iban a
luchar contra ella.
La corrupción tiene muchas formas, desde
las soterradas hasta las descaradas. Toda picardía con fines inconfesables es
condenable pero la picardía política es un culto y la honestidad un pecado.
Entonces, lo más probable es que el nuevo Parlamento tendrá una agenda y
desarrollo legislativo producto de los amarres y conveniencias, como ya es
estilo desde hace muchos periodos de gobierno.
Quienes de buena fe han accedido a ser
parlamentarios saben que, si no están amarrados a un lobby o grupo parlamentario
influyente, no valen nada. Son marginados en los debates, no dan curso a sus
iniciativas legislativas, no tiene apoyo político y queda inutilizado. De modo
que, lo quiera o no, termina sometiéndose al chantaje para tener protagonismo.
Entonces, las esperanzas de que los
nuevos congresistas serán diferentes a los anteriores se diluyen y las reformas
que solo son maquillaje para mejorar los fraudes electorales y judiciales,
tendrán el sello de los amarres que son formas consentidas de corrupción política.
En esta perspectiva, no podemos esperar que la población tenga fe en los
partidos políticos victoriosos, ni en los religiosos electos, cuyos destapes de
inmoralidad los ponen al descubierto.
Todo indica que seguiremos en los mismo
y que, los malos hábitos políticos persistirán por que como dice la sentencia
popular: “Gallina que come huevos, …aunque le corten el pico, lo seguirá
haciendo”
Frente a ello: ¿QUÉ PODEMOS HACER?
Pues, manifestarnos de la mejor manera
haciendo ver a la población nuestra disconformidad con las malas prácticas
políticas y así, erosionar el poder de los partidos de derecha. Callar, nos
hace cómplices permisivos y favorecemos a nuestros adversarios. O no.
Escribe: Milcíades Ruiz
Febrero 2020
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