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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

sábado, 9 de abril de 2016

CONTINUAREMOS HACIENDO POLÍTICA DIFERENTE POR JULIO GUZMÁN CÁCERES



Hace tres años me metí en política porque me cansé de quejarme. Me cansé de los políticos de siempre, aquellos con los mismos nombres y las mismas ideas trasnochadas, de los mismos charlatanes, ladrones, incapaces e insensibles que nos vienen gobernando desde hace treinta años. Me cansé de avergonzarme de nuestras autoridades, anhelaba un país con políticos más serios y decentes. Me aterraba la idea de tener que votar, una vez más, por el mal menor. Entendí que si más peruanos nos atrevemos a meternos en política, no tendríamos que pagar el tan alto precio de ser gobernados por los peores hombres.

Estaba convencido que el Perú tenía una gran oportunidad en sus manos. Estaba seguro que las grandes transformaciones mundiales − la integración global, la revolución digital y el big-bang del conocimiento − combinadas con el boom demográfico nacional − esa inmensa masa de jóvenes peruanos con capacidad de soñar y ávidos de progreso − eran ingredientes perfectos para dar el gran salto a la modernidad. Y también estaba convencido que la receta para cocinar adecuadamente esos ingredientes era simple: desarrollar los talentos de las personas; es decir, obsesionarse en invertir en las personas. Peruanos más talentosos no solo resultan en mejores profesionales sino también en mejores padres y madres, en mejores ciudadanos. El progreso basado en los talentos resulta en sociedades más justas, socialmente más conscientes, políticamente menos manipulables, e ideológicamente menos polarizadas; es el progreso que apuesta por alcanzar una sociedad con una amplia emergente nueva clase media. No en vano los economistas solemos decir que “los países no progresan por la acumulación de capital, sino por la acumulación de talento”.

Y hace tres años emprendimos esta misión con mucho amor, mucha convicción y muy poca plata. Y nunca nos rendimos. Subimos a los buses, caminamos en las playas, volanteamos en las calles y plazas, y recorrimos los mercados de barrio. Abrimos nuestros corazones a los peruanos y nos mostramos ante ellos tal como somos. Nuestra campaña puerta por puerta, boca a boca, fue financiada mayoritariamente por la buena voluntad de cientos de peruanos que donaron el uso de locales, colgaron publicidad en sus propias casas, confeccionaron banderas, y otras tantas iniciativas. Todo esto fue complementado con mucha creatividad y el uso intenso de las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información.

Y todo este esfuerzo rindió sus frutos. A puro punche nos convertimos en la segunda fuerza política del país con el respaldo de más de cuatro millones de peruanos capaz de vencer en segunda vuelta al riesgo latente de volver a la dictadura. A pesar de enfrentar la férrea resistencia del sistema corrupto, con medios de comunicación alineados en sus ofensas, insultos y mediocridad, le devolvimos la esperanza a millones de peruanos en base a transparencia, autenticidad, confianza, sensatez, y experiencia y propuestas de gobierno serias y viables.

Por eso, es lamentable que la mafia política de los mismos de siempre en complicidad con nuestras autoridades electorales y el fariseísmo de tantos otros hayan planeado y promovido la exclusión arbitraria e inconstitucional de nuestra candidatura a la Presidencia y candidatos al Congreso, violando de forma aberrante el derecho a elegir de millones de peruanos ante el asombro y el rechazo unánime de la comunidad internacional. Este episodio no solo ha generado dudas en la población respecto a la transparencia y rectitud de nuestras autoridades electorales sino también afecta el grado de legitimidad del próximo gobierno.

Lo que es igual de triste es ver que la consecuencia inmediata de nuestra exclusión ha resultado, nuevamente, en la polarización de los peruanos en las próximas elecciones presidenciales. La mafia, los mismos de siempre, están decidiendo nuevamente por los peruanos, defendiendo sus intereses de grupo y no el de la mayoría de peruanos. Por enésima vez nos ponen entre la espada y la pared de tener que elegir por el mal menor, de tener que optar por dos extremos ideológicos de derecha e izquierda propios del siglo pasado que han demostrado, en todas partes del mundo, conducir a la desigualdad, la protección de los privilegios de pocos, a la injusticia, el retraso, la corrupción y la insostenibilidad.

Apoyar a un candidato violaría el principio esencial por el que me involucre en política, el de creer que en el Perú todos podemos progresar, los pequeños, los medianos y los grandes, los sindicatos y las empresas, sin odios ni rencores, sin revanchas ni venganzas; sin sacar de la tumba el concepto de lucha de clases ni tampoco la creencia ridícula que solo la gran inversión en recursos naturales nos llevará al desarrollo; el de creer que hay una tercera vía, que es apostar por los talentos de los peruanos y poner la cancha plana a todos en donde sea nuestra pasión y nuestro esfuerzo el que determine nuestro éxito y no los privilegios, los favores, nuestro apellido, el color de nuestra piel o el lugar de donde procedemos. Esa es la tercera vía que nos llevará al progreso justo y moderno.

Por eso no votaré por quienes representan a la extrema derecha; porque su religiosidad por el agotado “chorreo”, esa obsesión absurda y exclusiva por la gran inversión, nos ha conducido a un crecimiento económico vacío, precario e insostenible que crea empleos de pésimas condiciones laborales y bajos salarios, promueve el abuso sistemático hacia los peruanos por parte de monopolios y oligopolios, alienta la proliferación de lobbies escandalosos que aseguran la riqueza de los amigos y perpetúan la desigualdad de oportunidades entre la mayoría de peruanos, y favorecen la desprotección gradual de nuestro medio ambiente y nuestras comunidades. No voy a votar por la derecha porque rechazo el abuso del poderoso.

Por eso tampoco votaré por quienes representan la extrema izquierda; porque su respuesta al abuso es el control, la excesiva regulación, la revisión unilateral de acuerdos y contratos que crean incertidumbre en todos, la intromisión Estatal desmedida en nuestras vidas; porque paradójicamente critican algunas dictaduras y defienden otras; porque sus odios y resentimientos no les permiten entender que la mejor forma de evitar el abuso no es azotar al abusivo sino empoderar permanentemente al débil, hacerlo libre y dejar que sus talentos expandan su humanidad en un entorno amplio, transparente, simple. No voy a votar por la izquierda porque al no entender las aspiraciones de los peruanos y su nuevo entorno, creará más injusticias de las que trata de evitar. No voy a votar por la izquierda porque no quiero volver al pasado sino quiero transitar al futuro.

No votaré por la derecha ni la izquierda porque no entienden el Perú. Ambas se equivocan al pensar que la gran fricción social de nuestro país es la gran inversión en recursos naturales y la nueva versión de lucha de clases que se desprende de ella. Es interesante, pero no es una coincidencia que para ambas, derecha e izquierda, el Ministerio de Energía y Minas sea el ministerio más importante, cuando en realidad es el Ministerio de Educación el que debería ser el más relevante en el mundo moderno de hoy. En nuestra opinión, la gran fricción social del Perú de hoy es esa masa inmensa emergente, fundamentalmente joven y emprendedora, que busca desesperadamente un espacio en nuestra sociedad como ciudadanos con los mismos derechos y el mismo trato. El día que logremos resolver esa fricción invirtiendo en los talentos de los peruanos y creando un entorno de libertad y trato igualitario podremos decir que estamos en camino de convertirnos en un país desarrollado.

En consecuencia no voy a votar en estas elecciones e invoco a todos nuestros militantes, simpatizantes y peruanos en general a que actúen libremente de acuerdo a sus convicciones y a su conciencia. Seguiremos en política con el único objetivo de hacer realidad la misma visión de país con la que iniciamos este proyecto.

Quiero agradecer a todas las personas que de una u otra forma han sido parte de nuestro proyecto político y nos han acompañado en nuestra misión de ofrecerle al país una opción nueva, diferente, joven, renovada, moderna, limpia, y con visión de futuro que siente las bases para un Perú mejor. Quiero agradecer a todas nuestras bases en todas las regiones del país, por su lealtad y compromiso; agradecer a los Jóvenes Morados, quienes han dado una lección de amor a su país, de organización y de esperanza en que los jóvenes del Perú si están dispuestos a hacer una política diferente.

Finalmente, quiero decirles a todos que lo que hemos logrado en estos meses de campaña, gracias a todos ustedes, ha sido extraordinario. Hemos despertado un sentimiento. Le hemos devuelto la esperanza al Perú. Hemos demostrado que sí se puede tener buenas probabilidades de ganar la Presidencia de la Republica sin pedirle plata a nadie para que sea candidato al Congreso y sin cobrar plata por “talleres” de capacitación a militantes. Hemos demostrado que podemos llenar plazas con miles de personas sin tener que dar una propina a nadie para que asista. Hemos demostrado que podemos subir en las encuestas sin insultar ni ofender a nadie. Hemos demostrado que podemos llamar la atención de los peruanos sin necesidad de mentirles o decir lo que quieren escuchar. Hemos demostrado que podemos ganar votos sin ser charlatanes y mas bien explicando en detalle nuestras propuestas de gobierno. En suma, hemos demostrado que es posible hacer política diferente, y ese es un mensaje poderoso para nuestros jóvenes, que no son el futuro sino el presente del Perú. Por lo tanto, continuaremos haciendo política diferente en los días, meses y años que siguen.

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