CUANDO LA CONVICCIÓN ES
MÁS FUERTE QUE LA MUERTE
Escribe: Milciades Ruiz
Era domingo 8 de octubre de 19967
bajo un sol abrazador cuando 17 combatientes internacionales tras medio año de
dura caminata por lugares inhóspitos afrontando combate tras combate, se
encontraban muy agotados y rodeados por tropas de un millar de soldados
enemigos frescos y asistidos por una enorme logística, armamento y
asesoramiento norteamericano de veteranos en Viet Nam.
Estaban en la quebrada del Churo de
la jurisdicción de La Higuera, Santa Cruz. Bolivia. Entre ellos estaban junto
al Che Guevara, los peruanos Juan Pablo Chang Navarro-Lévano (“Francisco”) y el
huancaíno Lucio Galván Hidalgo (“Eustaquio”). Había que romper el cerco a todo
fuego de balas, subiendo a campo traviesa por las estribaciones de la quebrada
cubierta de bosque ralo. El enemigo estaba posesionado de las cumbres pero no
había otra salida.
Cubierta la retirada los combates
arrancaron a media mañana. Abriéndose paso, un proyectil de ametralladora
inutiliza el fusil M-1 del Che, otro le cae en la pierna y es capturado cuando
trataba de escalar una ladera. El lunes 9 de Octubre herido e indefenso fue
ultimado en el salón de una pequeña escuela rural de La Higuera.
Así acabó su sueño revolucionario de
crear dos, tres, muchos Viet Nam para derrotar al imperialismo. Con esa misión
venía al Perú pero tuvo que cambiar de planes iniciando su gesta en Bolivia. En
su breve cautiverio pudo presentir que lo ejecutarían y se preparó para morir
con dignidad dejando el siguiente mensaje para sus hijos:
“Su padre ha sido siempre un hombre
que actúa como piensa y, seguro, ha sido leal a sus convicciones. Crezcan como
buenos revolucionarios. Estudien mucho para poder dominar la técnica que
permite dominar la naturaleza. Acuérdense que la revolución es lo importante y
que, cada uno de nosotros solo, no vale nada. Sobre todo sean siempre capaces
de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en
cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”.
Al recordar esta fecha quizá pueda
conmover las entrañas de una izquierda perezosa que busca lo más fácil y calar
en nuestra reserva militante para que rompa el cerco de las viejas ataduras que
nos impiden avanzar. Los revolucionarios de esa gloriosa década de 1960 lo
dieron todo, hasta la vida, por nuestros ideales de justicia social. Si por lo
menos los izquierdistas de hoy entregaran algo de esfuerzo por allanar el
camino a las nuevas generaciones, no sería mucho pedir.
Acabemos por fin con la quietud que
nos ha minusvalizado. Dejemos de lado las mezquindades de grupo y reanudemos la
marcha que nos conduzca al empoderamiento popular. Nuevos acontecimientos se
avecinan en que será necesario combatir por nuestro pueblo frente a los
desesperados manotazos de las potencias dominantes que ven erosionar cada día
su poder mundial.
La fisiología universal nos hace ver
que el “Estado de Derecho” internacional y nacional es cada vez más
incompatible con las aspiraciones del desarrollo social. Que las colisiones
sociales contra las ataduras del régimen vigente continuarán agravándose hasta
alcanzar su punto de ebullición. Que el rebrote revolucionario volverá bajo
nuevas condiciones.
Es momento de dejar atrás nuestras
complicaciones. Viejos y jóvenes hagamos causa común sin pedir nada para si.
Los tiempos han cambiado y las condiciones determinan nuevas formas de lucha.
Los líderes se forjan en el desempeño cotidiano, actuando honestamente y siendo consecuentes con los postulados. Es
cuestión de consciencia revolucionaria.
¡Gloria eterna al “Che” y a sus
compañeros de lucha!
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