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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

viernes, 29 de marzo de 2013

HASTA CUANDO LOS RECLAMOS DE LAS MAYORIAS NO SON ATENDIDOS. TERMINANDO EN UN CONFLICTOS CON HERIDOS Y MUERTOS. Y LO PEOR SIN RESOLVER.


Rebeliones sin resolver

 
 
 
 
Por memoria colectiva Hace 3 meses.

 

La sangre del pueblo tiene rico perfume

Huele a Jazmines, Violetas, Geranios y Margaritas

A pólvora y dinamita

-La flor de Retama-

Por Carla Toche Casalino

Cuando uno se pregunta cuál es el problema en un país como el Perú, se suele enumerar una serie de asuntos ya conocidos como lo son la economía, la educación y lo que significa convivir dentro de un colectivo que aun no ha podido entablar lazos cívicos con su sociedad. El resultado es un manojo de cuestiones abrumadoras que, aparentemente, no tiene ni principio ni mucho menos fin y que sigue atacando nuestra ya bastante frágil ciudadanía. Sin embargo, me gustaría replantear la cuestión y proponer ya no a la economía ni a la educación como nuestros problemas principales sino como situaciones que atacan constantemente a lo que sería nuestro problema de raíz, la autoestima colectiva. Tomando conciencia de cómo la autoestima está ubicada bajo niveles insoportables y deprimentes, uno podría tener más visión para tratar de explicar una serie de carencias que se vienen alimentando desde hace ya varios siglos y que aun no logramos resolver, como por ejemplo, la carencia de identidad. La gran incógnita que surge a partir de lo planteado gira en torno al método y a las herramientas que se necesitan para poder restablecer nuestra pobre autoestima. ¿Qué métodos utilizar? A pesar que, actualmente, el problema aun no se ha resuelto por varios factores, como lo mal planteado que están las instituciones frente a una sociedad que no logra ser representada o lo evidentemente violentos que son los poderes mediáticos y sus discursos paralizantes y amarillistas, tengo una sospecha aun más tenebrosa y es que pienso que aun no nos hemos planteado, como colectivo, el grave problema que estamos cargando desde hace ya tiempo: el problema de la identidad. Y no me refiero al futbol o a la gastronomía, sino a la identidad real, concreta, a la que surge de raíz y la que es fundamental para la construcción de una sociedad fuerte, inclusiva, sana y justa. A pesar que el panorama actual no es alentador ni seguro para proponer dicha sociedad, debo decir que pocas veces lo fue y que, a pesar del gran peligro que aun representa reclamar el lugar que la persona merece dentro de la sociedad, una persona, en su momento, sí se alzó contra un sistema explotador, abusivo y cruel, y aunque le costó la vida y el nombre, él dio inicio a una constante problematización sobre la cuestión de la identidad como un asunto que se debe resolver, exigiendo a todas las partes, colectivamente, a participar en esta transformación. Y él fue José Gabriel Condorcanqui.

A pesar que su rebelión buscaba mejorar la situación en la que vivían los indígenas y esclavos de su época, él no apuntaba a cambiar el sistema. Recordemos que Condorcanqui mismo fue un producto de la colonia ya que fue un cacique con bastante influencia por los altos ingresos adquisitivos por su condición de arriero. Además, puesto que él pertenecía a la élite, pudo recibir educación por parte de la Compañía de Jesús, lo que le permitió hablar español y latín además de saber escribir fluidamente. Esta educación señaló un momento decisivo en su vida ya que fue a través de los jesuitas que él entendió la importancia de su posición frente a los españoles y que él era tan importante y merecedor de reconocimiento como cualquier otro ibérico. Esta idea, sin embargo, no fue adoptada por sus compañeros con la misma pasión. Su rebelión, a pesar de que fue masiva, no fue legitimizada por los indígenas. Estos fueron obligados, como lo menciona Scarlet O`phelan en su libro “Un siglo de rebeliones anticoloniales”, a través de los lazos de parentesco que unían a los que participaron en la primera fase de la rebelión, los lazos económicos que se estrecharon entre los arrieros o, en el caso de algunos caciques, por los temores que surgían al ver cómo podían ser destituidos de sus puestos, en caso de representar un obstáculo para la rebelión.

Sin embargo, a pesar que, aparentemente, la rebelión de Tupac Amaru II no tuvo éxito, esta dio inicio a una serie de eventos históricos. Para empezar, después de la terrible ejecución de Tupac Amaru II y de su familia, se empezaron a emplear una serie de medidas represivas por parte de los españoles hacia todo aquel que pretendía reivindicar lo indígena. Expulsaron a los jesuitas del Perú para que dejen de inculcarles orgullo a los indígenas y prohibieron la lectura de Garcilaso de la Vega para dejar de airear pensamientos que podrían traer problemas al sistema colonial. Mas, por acontecimientos como estos, poco a poco, se empezó a gestar un espíritu nada conformista y más bien esperanzador e ilustrado, surgidas por las ideas que procedían del viejo mundo que llegaron a inspirar a las mejores acciones, como lo fueron las independencias de las colonias españolas. Así, además de generar espíritu crítico entre los criollos y mestizos, la rebelión evidencio un punto importante, el de poner en evidencia la brecha profunda y fuerte que existe entre las instituciones que no permiten el crecimiento cívico y una sociedad que se conforma con ese panorama hostil. Esta situación, que aun no logramos subsanar, mostró el punto más débil que tenemos cómo sociedad, la baja autoestima que tenemos como cuerpo colectivo.

Pero él, como líder de su curacazgo y de su comunidad, entendió el rol que su historia le imponía, entendió la importancia de la educación integral y humanista para lograr efectos concretos y transformadores dentro de un contexto en particular y fue a través de la educación que sobrepaso los límites impuestos por los españoles logrando organizar a grandes masas de criollos, mestizos, esclavos e indígenas para buscar el reconocimiento dentro de una sociedad donde los poderes y símbolos ya no lo representaban. Así, a través de influencias, lazos y haciendo uso del sistema de reciprocidad es que José Gabriel Condorcanqui trató de restaurar la posición que, según él, le correspondía y que los españoles debían aprender a respetar.

Quise usar esta imagen para así poder entender cómo, en pleno siglo XXI, podemos penetrar esta carencia de autoestima y tratarlo como un problema que debe ser abordado desde la educación. Así, considero indispensable replantear el sistema educativo en aras a una reivindicación ya no solo de lo indígena, sino de lo peruano, de la mezcla y la hibridación que es gestada constantemente en nuestra sociedad. José María Arguedas planteo un país con todas las sangres y se murió con esa ilusión. Fueron muchos los intelectuales y héroes que apostaron por nuestra reivindicación colectiva y es momento, pienso yo, de tomar las riendas de nuestra historia para poder lograr y fomentar un fuerte e inquebrantable orgullo peruano, por ellos que ya no están, por nosotros y por los que vendrán. Sin querer generar pretensiones nacionalistas o radicales considero que, a través de este orgullo y fuerte autoestima colectiva, obtendremos la manera de poder subsanar los rastros dejados por los pésimos sistemas estatales que siguen generando un terrible sentimiento de ahogo en nuestro pais. Finalmente, pienso que si no logramos este objetivo como el punto por el cual el colectivo debe girar, lo único que habremos generado en nuestra historia habrá sido una suerte de profetas anunciadores no de una realidad tangible y hermosa, sino la de un paraíso que no sucederá jamás.

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