Educación rural a distancia: maestros buscan alternativas frente a débil conectividad y falta de recursos tecnológicos en casa
Docentes de
diferentes escuelas de inicial y primaria cuentan su proceso de adaptación a
las clases remotas en el Perú rural: sin señal telefónica ni internet y con
estudiantes que no cuentan con televisores, radios, celulares o computadoras.
Cuatro maestros
de Pasco y Huánuco buscan continuar con sus clases a distancia a pesar de la
falta de conexión a internet y línea telefónica, e incluso ante la carencia de
electrodomésticos y dispositivos tecnológicos en los hogares de sus alumnos:
radio, televisor, computadora y teléfono inteligente. Dos docentes enseñan en
Pasco y los otros dos, en Huánuco. Tres lo hacen en primaria y una, en inicial.
Los cuatro asumen la responsabilidad de enseñar a un grupo de escolares de
diferentes grados. Y deben hacerlo sin mayores apoyos. Los padres de familia no
son un acompañamiento seguro para el aprendizaje de los niños y las escuelas
públicas no han recibido la suficiente atención del Estado. Por ello, sostener
las clases a distancia con eficiencia es un reto que los profesores afrontan en
esta pandemia.
El largo camino
de la educación en Pasco
Hilda Alvarado
León tiene 47 años y vive en el distrito de Yanahuanca, provincia Daniel
Alcides Carrión, en Pasco. Se ha dedicado a la educación durante doce años y
ahora es docente en la Institución Educativa N° 34157 del centro poblado Palca,
ubicado en la parte alta de Yanahuanca. Es una escuela de carácter multigrado y
ella tiene a cargo tres aulas: cuarto, quinto y sexto de primaria, nueve
alumnos en total. En la provincia de Oxapampa, también en la región Pasco,
Helbert Taipe Quispe, de 50 años, ejerce su profesión en la Institución
Educativa N° 34597, ubicada en el distrito de Machicura. Se dedica a la
docencia desde hace 23 años y hoy tiene a cargo doce estudiantes de todos los
grados de primaria en una escuela unidocente; es decir, Helbert es el único
profesor.
Hilda y Helbert
ponen énfasis en los problemas de conectividad que siempre han tenido, pero que
se han acentuado con las clases a distancia. Como lo explica Hilda: “En Palca
no hay acceso a internet ni cobertura telefónica porque no contamos con antenas
parabólicas. Esto dificulta mucho los procesos de aprendizaje”. Helbert coincide
y precisa cómo la educación se ha vuelto más compleja: “La falta de conexión es
trágica, los niños no tienen señal de cable para ver el programa “Aprendo en
Casa” y la transmisión radial es entrecortada”.
Los dos maestros
señalan que los alumnos no cuentan en casa con los medios necesarios para hacer
un seguimiento de las clases que el Ministerio de Educación (Minedu) difunde
por radio y televisión. “No todos tienen un televisor. Algunos chicos deben ir
a la casa de un vecino, compañero de aula o familiar para ver los programas.
Por eso, junto con el director y otros docentes, estamos buscando la forma de
entregar televisores a los escolares. Pero esa no es la única carencia, en
nuestra comunidad son muy pocos los que tienen un celular inteligente, la gran
mayoría solo tiene celulares básicos. Entonces, los niños no pueden enviar sus
tareas ni comunicarse conmigo por WhatsApp o Zoom”, relata Hilda.
La educadora
reitera que sus estudiantes no tienen señal para comunicarse: “Si quieren ver
el programa “Aprendo en Casa”, tienen que caminar en la altura, con el celular
en las manos, para conseguir cobertura. Lo hacen con el teléfono de uno o dos
compañeros, nadie más tiene”. Hilda asegura que no han recibido la ayuda del
gobierno en estos meses. “Es importante que las autoridades apuesten por estos
niños. En esta pandemia sólo hemos recibido los textos escolares del Minedu y
útiles de escritorio de la Unidad de Gestión Educativa Local. Al menos, la ONG
Care nos entregó tabletas con tareas y programas educativos incluidos, pero nos
hubiera gustado que tengan internet para poder facilitar la comunicación”.
Para hacer la
retroalimentación, es decir, para ayudar al estudiante a conocer sus metas de
aprendizaje y lo que le falta por mejorar, Hilda viaja 45 minutos desde
Yanahuanca hasta Palca dos veces a la semana e interactúa con sus estudiantes
de manera presencial debido a las deficiencias en la conectividad. Las clases
se dictan entre las ocho de la mañana y la una de la tarde, con todos los
protocolos de bioseguridad: utilizan mascarillas, protectores faciales y
alcohol en gel. Asimismo, se lavan las manos con jabón y se secan con papel
toalla, todo lo hacen de manera muy organizada. Hilda se encarga de acomodar
las mesas al aire libre respetando los dos metros de distancia.
Estudiante de la maestra Hilda con su
experimento de germinación para conocer cómo la planta de trigo se desarrolla
con luz natural, en el curso de Ciencia y Tecnología. FOTO: Archivo personal.
En Machicura, el
profesor Helbert también tiene su propio método: descarga los audios de las
clases de “Aprendo en Casa” y los graba en un USB: “Yo le he explicado a los
padres de familia la necesidad de que cuenten con un reproductor de música en
casa”. Helbert señala que se encarga de fotocopiar las fichas del material de
clase y las reparte a los escolares: “Ellos me envían fotos de sus ejercicios
resueltos por WhatsApp; si alguno no puede, yo me encargo de hacer una visita
domiciliaria para tomar fotos de sus tareas como evidencia de aprendizaje”.
El recorrido que
el profesor hace es de una hora y media, conduce en su motocicleta desde la
ciudad de Oxapampa hasta Machicura los lunes y jueves para hacer la
retroalimentación: “No hay señal telefónica, entonces voy a la casa de cada
niño; sin embargo, si alguno no tiene las comodidades para estudiar, nos
encontramos en el colegio. Ellos y yo siempre mantenemos distancia, tenemos la
mascarilla puesta y usamos alcohol en gel”.
Institución Educativa N° 34597, en el
distrito de Machicura, Pasco. FOTO: Archivo Personal.
Si bien todos
sus alumnos tienen una radio en casa y eso ayuda con las clases de “Aprendo en
casa”, no han recibido el apoyo del Estado: “Nosotros no figuramos en la lista
del Minedu para la entrega de tabletas. Hice mi reclamo, pero no he recibido
una respuesta clara. Es una injusticia”. Helbert indica que al menos se vieron
beneficiados con tabletas que donó la ONG Care: “Las tabletas no tienen
internet, pero conseguí instalar un chip adicional en cada una y así los
estudiantes tienen WhatsApp. Si bien facilita las cosas, porque puedo enviarles
las tareas por mensaje de texto y comunicarnos, no tienen cobertura de internet
en casa. Por ello los niños tienen que ir a la escuela, donde tenemos cobertura
de diez metros a la redonda y así reciben señal”.
Alumna de Helbert Taipe estudiando desde
casa en un espacio de trabajo que ella construyó. FOTO: Archivo personal.
Ambos docentes
recalcan que las precarias condiciones de aprendizaje se agravan porque el acompañamiento
desde el hogar no es seguro. Helbert lo explica así: “Los niños tienen
dificultad para aprender en casa. Los padres son agricultores y van a sus
chacras desde las seis de la mañana. Entonces los pequeños se quedan solos o
los más grandes se van con los padres para ayudar en el campo. Regresan
cansados y les cuesta apoyarlos con las tareas”. Lamentablemente, los padres
tienen un bajo nivel educativo: no completaron la primaria o algunos no
estudiaron y, por lo tanto, son analfabetos.
Según Hilda, son
familias que se dedican a la ganadería y pasan todo el día en el campo; por
ende, no pueden acompañar a sus hijos: “Mientras menos apoyo haya en casa,
menos capacidades y logros de aprendizaje pueden alcanzar. Estas son las
consecuencias negativas de la enseñanza a distancia”.
Todos los días
ambos docentes llaman por teléfono a los padres de familia para saber cómo se
encuentran emocionalmente y de qué manera pueden apoyar a sus hijos en la parte
afectiva. No obstante, cada maestro ha tenido sus propios desafíos personales
que superar. La hija de Helbert falleció en abril a causa de leucemia y él
quiso solicitar una licencia para vivir su duelo, pero no fue posible porque es
el único profesor en la escuela. “Tuve que continuar enseñando a pesar de todo
el dolor que sentía”.
Hilda vivió
momentos de estrés durante los primeros tres meses de la pandemia, sentía mucho
temor de contagiarse: “Para mí fue una frustración no poder ver a mis alumnos y
tampoco podía comunicarme con ellos debido a la falta de señal”.
“No ha sido
fácil, nadie estaba preparado para recibir este tipo de clases remotas. Día a
día hemos entregando todo de nosotros para que los niños puedan alcanzar las
competencias y capacidades de aprendizaje, a pesar de las adversidades”, afirma
la maestra. En palabras de Helbert: “Ser maestro es una carrera muy hermosa,
siempre estás al servicio de los niños y uno se siente satisfecho cuando ellos
aprenden”. Los dos docentes aseguran que, en el intento cotidiano de enviar las
fotos y videos de tareas, los estudiantes han conseguido desarrollar
habilidades tecnológicas que el próximo año podrían facilitar su aprendizaje y
comunicación.
El compromiso de
los docentes en Huánuco
Maria Cristina
Ramos Huamán, de 42 años, vive en la ciudad de Huánuco y hace dieciséis años
que se dedica a la educación. Ella trabaja como profesora de inicial en la
Institución Educativa N° 449 “San Pedro”, en el distrito de Aparicio Pomares de
la provincia de Yarowilca, en el departamento de Huánuco. Allí tiene a su cargo
veintitrés niños de tres años. A tres horas y media, en la provincia de Leoncio
Prado Gutiérrez, Yony Esquivel García, de 46 años, se dedica a la educación
hace veintitrés años y vive en el distrito de Aucayacu. Es docente y director
en la Institución Educativa N° 32536, del caserío Río Frío, en el distrito de
José Crespo y Castillo, en donde tiene a cargo diecinueve alumnos de cuarto,
quinto y sexto de primaria.
Para conocer qué
estrategias podrían aplicar en las clases a distancia, en abril los maestros de
Huánuco hicieron un estudio con el propósito de establecer cuántos alumnos
contaban en casa con los recursos tecnológicos necesarios, como televisor,
computadora, radio o celular inteligente. “Hicimos una encuesta en Aparicio
Pomares y el 95% de hogares no tenía computadora, televisor ni radio. Sólo el
2% de padres de familia contaba con internet ilimitado en sus celulares, el
resto tenía dificultades para hacer recargas electrónicas”, indica Maria
Cristina.
De acuerdo con
la docente, al tener en cuenta estos resultados, durante las primeras semanas
enviaba a los padres de familia las actividades a desarrollar de “Aprendo en
Casa” en formato PDF, a través de WhatsApp. Sin embargo, ella notó que lo
padres no entendían lo que sus hijos tenían que hacer o no podían descargar los
archivos debido al limitado acceso a internet. Por esta razón, decidió
enviarles capturas de pantalla de cada página de los archivos y videos de la
estrategia educativa: “En cada imagen agrego una explicación pautada sobre lo
que se tiene que hacer. A su vez, los llamo por teléfono o les envío audios
para darles indicaciones de cada actividad”.
También elaboró
un cronograma para planificar las videollamadas a sus alumnos vía WhatsApp. La
docente los agrupa en pares y se conecta con ellos a partir de las tres de la
tarde y no para hasta hablar con los veintitrés; cada sesión dura veinte
minutos: “En esas clases desarrollamos cuentos con dibujos que yo hago y a los
pequeños les encanta. Es una manera de unir la estrategia con la didáctica”.
Aparte, ella envía videos con papelógrafos e imágenes para asegurar la
enseñanza de los niños. “Las evidencias de los resultados de aprendizaje son
fotos de sus dibujos o videos de sus actividades: psicomotricidad, arte e
indagación (experiencias con su entorno natural). Los videos no deben
sobrepasar el minuto, sino sería imposible enviarlos porque la conectividad es
muy inestable”.
Maria Cristina en sesiones de
videollamada con sus alumnos: “Mi mayor desafío como docente es hacer los videos
y usar programas virtuales, como Zoom”. FOTO: Archivo personal.
En otro rincón
de Huánuco, en el caserío Río Frío, donde Yony ejerce las labores de docencia y
dirección, el resultado del diagnóstico fue diferente: quince estudiantes
contaban con televisor; entonces, se optó por la modalidad televisiva de
“Aprendo en Casa”, la cual perdura hasta el momento. Sin embargo, para quienes
se encuentran en desventaja, el maestro se encarga de resumir por escrito las
clases y enviarlas vía WhatsApp a los
padres de familia. Además, el profesor utiliza fichas para las actividades que
va a realizar y, a su vez, graba audios y videos para que sus alumnos entiendan
cómo resolver las tareas.
El mayor
problema para el docente es contar con conectividad: “La señal de conexión
telefónica e internet es muy mala, entonces a los niños les cuesta
comunicarse”. Por lo tanto, con la finalidad de llevar a cabo la
retroalimentación se debe encontrar con algunos de sus estudiantes una vez a la
semana, siempre por las mañanas, de manera ordenada, con mascarilla y
manteniendo la distancia: “No todos se reúnen porque precisamente guardamos
aislamiento social. Además, yo sufro de las amígdalas y tener el cubrebocas por
mucho tiempo me hace daño. Eso es lo difícil para mí”.
Maestro Yony Esquivel con su estudiante
del sexto grado en sus clases de retroalimentación. FOTO: Archivo personal.
Yony señala que
está a la espera de la asistencia del Minedu: “Entiendo que sí estoy
considerado en la lista para recibir las tabletas de los niños; sin embargo,
hasta el momento no sé nada. Si bien recibimos tabletas de la ONG Care, no
tienen internet”. María Cristina cuenta que su escuela no califica para recibir
ayuda del Minedu: “No hemos recibido ningún apoyo, estábamos a la espera de
unas tabletas, pero no nos incluyeron porque somos zona urbana marginal; es
decir, sector urbano pero en situación de pobreza. La atención se centra en la
población rural; sin embargo, eso no quiere decir que no necesitemos ayuda”.
Ambos docentes
señalan que los problemas de aprendizaje desde casa se acentúan por la ausencia
de los padres y las madres. “Es
satisfactorio cuando te envían las evidencias de aprendizaje de sus hijos, pero
es frustrante cuando ocurre lo contrario. Esto sucede por tres razones: creen
que las clases de inicial no son importantes; muchas familias se enfermaron de
Covid-19 y las clases pasaron a un segundo plano; y finalmente, son hogares de
muy bajos recursos económicos y lo más importante para ellos es comer, antes
que cualquier otra cosa. Como campesinos, la necesidad los hace trabajar todo
el día”, sostiene Maria Crsitina. Yony comenta al respecto: “No tienen un nivel
completo de educación; entonces, no saben cómo ayudar a sus hijos”.
A pesar de las
adversidades, desde Aparicio Pomares y Río Frío, cada profesor se encarga de
hacer un acompañamiento constante y progresivo a las familias. «El soporte
afectivo en esta pandemia es muy importante, cuando los padres de familia se
contagiaron yo tuve que jugar un rol diferente. Les llamaba para explicarles
cuáles eran las medidas de precaución para evitar propagar el contagio en casa,
previamente me comunicaba con enfermeras y doctores que me orientaban”, cuenta
Maria Crsitina.
Para Yony es
fundamental establecer un diálogo entre escolares, padres y docentes. Él
reconoce que los niños son su principal motivación. “Cada esfuerzo es para
ellos y por ellos. Pienso que Dios va a permitir que pronto nos podamos
reencontrar y esperemos que nuestras aulas tengan un mejor equipamiento
tecnológico”. Al margen de las dificultades, asegura que ha sido una
oportunidad para que los alumnos desarrollen capacidades tecnológicas. “Cuando
regresemos a las clases presenciales, los niños podrán aplicar lo aprendido con
los aparatos móviles y eso reforzará la retroalimentación, pero necesitaremos
mejorar nuestra conectividad en la zona”, concluye Yony.
FUENTE: ANA SOFÍA CONDEMARÍN
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