En cinco años seremos un país moderno ha dicho
el presidente de la república ¿?. ¿Será que para entonces la agricultura de las
comunidades campesinas se asemejará a la de los países desarrollados? ¿Nuestro
estándar de vida será como la norteamericana? ¿Todos los desequilibrios
estructurados en 200 años serán borrados en cinco años? ¿Los derechos
ciudadanos serán modernizados? O quizá se trate de modernizar la dominación
sobre nuestro pueblo. Ojalá pudiéramos conocer las respuestas a estas
incógnitas y no se nos tome como crédulos tontos.
Sabemos bien que la modernidad económica es la
base de la modernidad jurídica, social, política y cultural. Pero la modernidad
de los países desarrollados es a costa de arrebatar riqueza a los países
dominados durante cientos de años de acumulación desde la sustracción
comercial, financiera, patentes, tratados onerosos hasta la guerra abierta.
Este proceso histórico ha establecido un orden mundial cuyo andamiaje de
sustentación es celosamente protegido por las potencias beneficiarias de ese
orden. Si se modifica este andamiaje las consecuencias pueden ser terribles
para los países vampiros o dominantes.
La economía mundial es una sola y el reparto de
la torta es desigual para mantener el orden establecido. Si se les da algo más
a los chicos entonces necesariamente se tendría que quitar un poco a los
grandes pues no hay otra manera. Eso ocasionaría un desajuste inaceptable para
los países dominadores porque tendrían que bajar el estándar de vida de sus
ciudadanos, haciendo peligrar su estabilidad y proyecciones. Nadie quiere
perder posiciones en la pirámide de dominación. Por eso EE UU considera una
amenaza a su seguridad todo intento de cambiar el orden internacional. Cuando
el espionaje advirtió de las intenciones de los líderes árabes de cortar el
suministro estratégico de petróleo a occidente en los tiempos de Sadam Hussein,
el pánico los llevó a invadir a los países árabes. Hoy el problema es otro pero
sabemos cómo fue la historia.
También dice el presidente que su intención no
solo es hacer una revolución social sino también del crédito como lo hizo hace
150 años Estados Unidos. No cabe duda que su modelo ideal es este país cuyo
capitalismo se erigió arrebatando tierras y exterminando brutalmente a sus
dueños ancestrales aborígenes: pieles rojas, cheyenes, mohicanos y demás etnias
autóctonas. Pero ¿Qué entenderá por revolución social el señor Kuczynski que
ahora se pone la piel de revolucionario, promoviendo incluso marchas de
pobladores para presionar al Parlamento en favor de la inversión contaminante?
Quizá esté pensando que poner agua y desagüe,
permitir “un poquito” de contrabando, favorecer a Doe Run en el complejo de La
Oroya, sean medidas revolucionarias equiparables a la Revolución Francesa. Pero
ya sabemos su trayectoria de entreguismo contra el Perú y precisamente Renco
Group Inc con su filial Doe Run presentaron en el 2011 una demanda ante el
UNICTRAL (Comisión de las NN UU para el derecho mercantil internacional)
pidiendo una indemnización de $800 millones de dólares por daños en la
revocatoria de la licencia de operación en La Oroya, donde casi todos los niños
presentan altos índices de plomo en los pulmones.
Acusan al Perú de violar el TLC firmado con
EE.UU. y que el gobierno peruano ha incumplido en proteger a la compañía contra
reclamos de terceros en torno a problemas ambientales, como está obligado a
hacerlo conforme al TLC. Uno de estos reclamos de terceros es el que hicieron
137 niños de La Oroya, expuestos a los tóxicos emitidos por las instalaciones
metalúrgicas. ¿Esto quedará en el olvido, como ha quedado lo que este señor
hizo a favor de la transnacional estadounidense International Petroleum Company
a la que se le transfirió 17 millones de dólares después de la nacionalización?
Si su revolución en el crédito es el
endeudamiento del país a costa de nuestros bolsillos no estamos para prestarnos
al engaño. Ni los bailecitos malagracia ni las sesiones de Consejo de Ministros
con gimnasia nos pueden distraer la atención respecto a sus verdaderos
propósitos maquiavélicos. Así como ha pensado jalarse a sus filas a 30
congresistas del fujimorismo otorgándoles prebendas no sería extraño que
también tenga planeado hacer lo mismo con algunos del Frente Amplio. Por lo
pronto, ya se ha “jalado” a varios progresistas que se están colocando en la nueva
administración.
La labor de desenmascarar a los lobos es otra
tarea de la izquierda. No permitamos más engaños a nuestro pueblo. Dejemos de
ser permisivos y señalemos las tergiversaciones conceptuales engañosas con que
viene operando el gobierno neoliberal. Es nuestro deber advertir a nuestro
pueblo no caer en la trampa demagógica de creer que los chanchos vuelan.
“Escobita nueva barre bien” pero no tanto para verlo volar sobre ella.
FUENTE: MILCIADES RUIZ
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