Los niños de la Guerra
A esta hora exactamente, hay un(a)
niñ@ en el Valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro (VRAEM) que viven los
frutos de la violencia armada entre dos fuegos, sí, como multitud de niñ@s en
nuestro país, pero, comentaremos un caso en particular, el caso de Zoraida.
Zoroida, una niña que jugaba junto a sus hermanos y su madre, fue sorprendida
en el mes de septiembre del año pasado por una patrulla del ejército que
supuestamente los estaba rescatando de un remanente de Sendero Luminoso, en la
acción armada, muere Zoraida y hasta la fecha, no se esclarecen fehacientemente
los hechos de su muerte.
El mismo mes de la muerte de esta
niña, se recordó y condecoró al heroico equipo del Grupo Especial de
Inteligencia (GEIN), valerosos miembros de nuestra policía nacional que sin
disparar una sola bala, capturaron a toda la cúpula del grupo terrorista
Sendero Luminoso. El mismo GEIN que fue disuelto por Fujimori, el Dictador que
profundizó el cambio de una estrategia de Inteligencia por una estrategia de
Tierra Arrasada.
Por hoy, el gobierno de turno
mantiene esta misma estrategia de guerra que mueve importantes sumas de dinero
en armas y pertrechos que estarían sirviendo como en antaño, para que
importantes autoridades puedan disponer de estos recursos y no necesariamente
para usos de la tropa, pero sí, para la misma Guerra que propicia la muerte de
niñ@s como Zoraida.
Si lo mismo que se invierte en una
guerra armada que está generando el desplazamiento y muerte de ciudadanos
indígenas, migrantes y sobre todo de los más vulnerables de nuestra sociedad,
lo utilizáramos en desarrollar nuestro servicio de inteligencia policial y en
inversión social en las zonas convulsionadas, hace mucho hubiéramos ganado esta
guerra.
Pero, qué esperamos de sucesivos
gobiernos que viven en un Palacio y en un Congreso donde a unos metros de
ellos, las aguas contaminadas por las mineras siguen discurriendo tal cloaca,
hablamos del Río Rímac que pasa por el centro mismo de nuestra capital peruana.
Qué podemos decir de estas mismas autoridades que trabajan por el país a unos
metros del Cerro San Cosme, uno de los asentamientos humanos con mayor índice
de Tuberculosis multi-drogo resistente en el país y América Latina.
Una cosa es vivir a una orilla del
Río Rímac y otra cosa es vivir al otro extremo; esa Lima, tan dispareja y
desigual como los niveles extremos de desnutrición crónica de nuestros(as)
niñ@s y los soñados proyectos de inversión que debieran apoyar a revertir esta
situación.
Para concluir, recordemos que, como
Zoraida, los pobladores del VRAEM, de los poblados de Nueva Esperanza, Nueva
Libertad y Jesús de Belén, siguen esperando que el Estado les explique por qué
bombardearon sus comunidades y destrozaron sus cultivos donde tantos otr@s
niñ@s sufrieron como producto de “un error del Estado”
¿Cómo Zoraida, cuántos más policías
valerosos como César Vilca Vega deben seguir muriendo esperando que sus padres
vayan a rescatarlos personalmente mientras el Estado, permanece expectando?
¿Cuántos más jóvenes serán ahora obligados a cumplir con el servicio militar
obligatorio por no contar con la plata necesaria para poder exceptuarse de una
labor que no quieren pero, al que el Estado quiere obligarlos a asistir como
“carne de cañon?
A quién le conviene esta situación
sino que a los “Señores de la Guerra”; sin justicia, no hay paz, la corrupción
sigue matando a los Peruan@s tanto como la discriminación, una pésima
combinación que signa nuestra historia hasta hoy. A esta hora exactamente, hay
miles de niñ@s como Zoraida que piden Paz y Justicia, ¿la conseguirán, la
conseguiremos?
Jorge Arboccó Gallardo
Antropólogo Peruano.
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