La filtración de dinero ilícito en
las campañas electorales no es un problema nuevo en el Perú. Los distintos
procesos abiertos por presuntas entregas de dinero de Odebrecht a campañas
presidenciales y edilicias de la última década así lo demuestran.
Tras los constantes destapes en las
investigaciones, la necesidad de tipificar como delito el financiamiento ilegal
de campañas ha concentrado gran parte del debate.
Partidarios y opositores de esa iniciativa
han esbozado diferentes argumentos para defender sus posturas. Estos, sin
embargo, esconden ciertas inexactitudes.
1. “El Congreso es el único
responsable de que no exista el delito de financiamiento ilegal”
La ausencia del financiamiento ilegal
de campañas electorales como un delito tipificado en el Código Penal ha sido
históricamente atribuida al Parlamento, debido a que un cambio de ese tipo
requiere la aprobación de una norma con rango de ley.
“El detalle es que cualquier gobierno
pudo tipificar este delito como parte de algún pedido de facultades
legislativas. El Ejecutivo, a través de los años, también debe asumir una
responsabilidad –aunque menor– en la filtración de dinero ilícito”, afirma el
secretario general de la Asociación Civil Transparencia, Gerardo Távara.
En los últimos cinco gobiernos, el
Congreso otorgó facultades al Poder Ejecutivo 17 veces. En ninguna de estas se
abordó la lucha contra el ingreso de dinero ilegal en la política.
2. “Sin la tipificación es imposible
penalizar el ingreso de dinero ilícito a las campañas”
Efectivamente, la recepción de
aportes de origen ilegal, bajo la legislación actual, una infracción
administrativa y no penal.
A falta de la tipificación como
delito, los fiscales utilizan tipos penales como el lavado de activos para
perseguir el financiamiento ilegal. Si el receptor del dinero era funcionario,
apelan a tipos relacionados a actos de corrupción.
“Pero a falta de la ley que tipifique
el delito, el Ejecutivo podría convertir a los partidos políticos en sujetos
obligados a reportar operaciones sospechosas, eso no requiere la aprobación del
Congreso. Lo puede hacer el gobierno directamente”, señala el abogado penalista
Carlos Caro.
Tras la última modificación a la ley
que creó la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), bastaría un decreto
supremo refrendado por los ministerios de Justicia y Economía para ampliar la
lista de sujetos obligados a informar sobre operaciones sospechosas. En dicha
lista figuran hoy, por ejemplo, empresas o asociaciones civiles, no partidos
políticos.
3. “La tipificación permitirá
sancionar casos como los de políticos hoy procesados por recibir dinero ilegal”
Si bien la tipificación del
financiamiento ilegal como delito permitiría atacar la filtración de dinero
ilícito en campañas electorales, como toda nueva norma, recién se aplicaría
para futuros casos.
Incluso si se tipificara antes de
culminar los procesos contra aquellos acusados de recibir dinero de Odebrecht,
los jueces no podrían apelar a ese delito para determinar eventuales condenas.
“Para ello se requeriría que la ley
haya estado vigente al momento del hecho delictivo. Si el delito se tipifica
mañana, el financiamiento ilegal tendría que producirse después para tener
sanción penal”, precisa el ex procurador anticorrupción Luis Vargas Valdivia.
4. “Las nuevas normas electorales
aprobadas por el Congreso atacan el financiamiento ilegal”
Durante el primer período de la
actual legislatura, esa fue una frase recurrente de distintos parlamentarios.
Destacaban, entre otros cambios, la
prohibición de los aportes de personas condenadas o con prisión preventiva por
narcotráfico, corrupción, terrorismo, trata de personas, minería y tala ilegal,
y lavado de activos.
“El problema es que esto no fue
acompañado de una reforma para fiscalizar a quien incumpliera. El cambio por sí
solo no tiene mayor impacto. Si hoy descubres que alguien recibe ese tipo de
aporte, solo puedes multarlo”, enfatiza Vargas Valdivia.
5. “La ONPE podría hacer más en la
fiscalización de aportes ilícitos”
Tal como sucede con el Ejecutivo y el
Legislativo, el destape de presuntos aportes de origen ilícito a diferentes
candidatos puso el foco de atención sobre el rol de la ONPE.
Mientras se cuestionaba su rol
preventivo, cambios normativos debilitaron algunas de sus facultades. Como
parte del paquete de normas electorales antes mencionado, por ejemplo, se
aprobó que los partidos rindan cuentas de sus finanzas recién al término de la
campaña.
“La ONPE no podrá fiscalizar una
procedencia ilícita de aportes hasta entonces. Si lo comprobara, la sanción
sería una multa, que puede ser incluso menor a la cantidad recibida”, sostiene
Távara.
Vargas Valdivia y Caro coinciden en
que los cambios efectuados por el Parlamento debilitaron a la ONPE en ese
aspecto. Para el penalista, sin embargo, el ente electoral podría dar un paso
adelante independientemente de la normativa.
“Eso pasa por buscar ex fiscales en
temas de corrupción o lavado, por definir perfiles claros de funcionarios”,
declara Caro.
FUENTE: Diego Chirinos
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