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sábado, 26 de julio de 2014

Lucha contra el Imperialismo,

EN HOMENAJE A LOS HEROICOS REVOLUCIONARIOS DE 1932



En la noche del 07 de julio de 1932, militantes del Partido Aprista Peruano de la ciudad de Trujillo tomaron por su cuenta y riesgo la iniciativa de una insurrección armada sorprendiendo a los líderes de dicho partido. Los sublevados asaltaron el cuartel O’Donovan y obtuvieron la rendición de los militares luego de encarnizados combates tomando prisioneros a varios oficiales del Ejército.

Los líderes les habían hablado tanto de la revolución mexicana y la lucha armada de Zapata y Pancho Villa, de los bolcheviques, de la lucha contra el imperialismo, de la nacionalización de tierras e industrias y del fraude electoral para que Víctor R, Haya no sea Presidente de la República, que decidieron ir a la insurrección como ya había ocurrido por otros motivos en Arequipa y otros lugares, incluyendo la sublevación en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, el motín de marineros en la armada peruana, sublevación estudiantil en la universidad de San Marcos y el frustrado asesinato del presidente Sánchez Cerro por un militante aprista en Miraflores, después que la dirigencia aprista desconoció el triunfo electoral de este.

Estaban seguros de contar con respaldo de la dirigencia pero ésta, estaba en otros planes y 23 de los líderes ya estaban como parlamentarios en el gobierno del país. El apoyo y la solidaridad vinieron de los valles y de la sierra norteña.

Desde Lima el gobierno envió nutridas fuerzas, incluida la aviación, y reprimió severamente la rebelión. Se buscó a los rebeldes casa por casa en todos los valles. Antes de huir a la sierra, un grupo de rebelde dio muerte a los oficiales que se hallaban prisioneros en el cuartel O’Donovan, lo que motivó la venganza de los militares de la represión. Muchos apristas y sospechosos de simpatizar fueron fusilados.

En el libro “La izquierda en el Perú”, el autor Constante Traverso Flores, relata pasajes y detalles de esta insurrección. En la página 46 se lee: “Después de este fiero encuentro, los vencedores marcharon triunfante sobre Trujillo. De las bocacalles salían braceros de las haciendas azucareras blandiendo machetes y enarbolando la bandera roja aprista para unirse a los vencedores de la toma del cuartel”. […] “Iba al frente el joven capitán de la turba revolucionaria (profesor Alfredo Tello Salavarría). Enjuto y palúdico, extasiado en su propia victoria, arrastrando un viejo sable de caballería. Seguían los cañones con ruedas chirriantes. Pedro Canseco abrazó su Krupp empujado por choferes-artilleros. El licenciado Manuel Leyton estaba al mando de otra batería, moreno y sonriente. Seguían los cañones y los otros jefes, los líderes campesinos. Esquivel con un fusil colgado de cada brazo y detrás los campesinos portando banderas rojas, los niños cargando picas y las mujeres cantaban la marsellesa aprista”. […].

Este dramático suceso fue progresivamente pasado al olvido por el viraje político de la dirigencia pese al reclamo de gran parte de los militantes de volver a la doctrina original. Ante la claudicación surgió treinta años después el Apra Rebelde que retomando las banderas socialistas tomó el nombre de Movimiento de Izquierda Revolucionaria- MIR y en 1965 conjuntamente con el Ejército de Liberación Nacional- ELN, iniciaron la guerra de guerrillas pretendiendo una revolución socialista para el Perú.

A inicios de 1970, viejos militantes apristas, demócratas cristianos, miembros del MIR y el ELN y algunos partidos de izquierda, se incorporaron al proceso revolucionario encabezado por el General Juan Velasco Alvarado y trabajaron juntos en la aplicación de la reforma agraria y otras de cambio estructural. Luego se retiraron cuando este movimiento fue traicionado.

Los jóvenes de la izquierda deben saber que la historia peruana está llena de heroicidades de obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales que asumieron las banderas de la revolución socialista. Que hubieron apristas revolucionarios que merecen nuestro reconocimiento. Que el sectarismo no es racional. Que toda revolución lleva consigo su negación que es la contrarrevolución y que las traiciones siempre estarán presentes donde hay patriotismo. Que muchas veces los líderes de los partidos políticos claudican por intereses personales y que trafican con la fe de los militantes para mantenerse en los cargos indefinidamente. Que si los líderes no responden al momento histórico será necesario cambiarlos o abandonarlos.

Que, las condiciones económicas pueden crear condiciones políticas y de efervescencia social para lo cual, los revolucionarios deben estar preparados. Para ello, es necesario mejorar nuestra capacidad de lucha. La gran depresión mundial de 1929 que se inició en los EE UU, creó condiciones como las que motivaron la insurrección aprista. La crisis capitalista del 2008 que también se inició en dicho país, aún no ha sido superada y no se descarta el desborde social como ahora ocurre con el problema delincuencial.

FUENTE:  Milciades Ruiz


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