EN HOMENAJE A LOS
HEROICOS REVOLUCIONARIOS DE 1932
En la noche del 07 de
julio de 1932, militantes del Partido Aprista Peruano de la ciudad de Trujillo
tomaron por su cuenta y riesgo la iniciativa de una insurrección armada
sorprendiendo a los líderes de dicho partido. Los sublevados asaltaron el
cuartel O’Donovan y obtuvieron la rendición de los militares luego de
encarnizados combates tomando prisioneros a varios oficiales del Ejército.
Los líderes les habían
hablado tanto de la revolución mexicana y la lucha armada de Zapata y Pancho
Villa, de los bolcheviques, de la lucha contra el imperialismo, de la
nacionalización de tierras e industrias y del fraude electoral para que Víctor
R, Haya no sea Presidente de la República, que decidieron ir a la insurrección
como ya había ocurrido por otros motivos en Arequipa y otros lugares,
incluyendo la sublevación en la fortaleza del Real Felipe en el Callao, el
motín de marineros en la armada peruana, sublevación estudiantil en la
universidad de San Marcos y el frustrado asesinato del presidente Sánchez Cerro
por un militante aprista en Miraflores, después que la dirigencia aprista
desconoció el triunfo electoral de este.
Estaban seguros de
contar con respaldo de la dirigencia pero ésta, estaba en otros planes y 23 de
los líderes ya estaban como parlamentarios en el gobierno del país. El apoyo y
la solidaridad vinieron de los valles y de la sierra norteña.
Desde Lima el gobierno
envió nutridas fuerzas, incluida la aviación, y reprimió severamente la
rebelión. Se buscó a los rebeldes casa por casa en todos los valles. Antes de
huir a la sierra, un grupo de rebelde dio muerte a los oficiales que se
hallaban prisioneros en el cuartel O’Donovan, lo que motivó la venganza de los
militares de la represión. Muchos apristas y sospechosos de simpatizar fueron
fusilados.
En el libro “La
izquierda en el Perú”, el autor Constante Traverso Flores, relata pasajes y
detalles de esta insurrección. En la página 46 se lee: “Después de este fiero
encuentro, los vencedores marcharon triunfante sobre Trujillo. De las
bocacalles salían braceros de las haciendas azucareras blandiendo machetes y
enarbolando la bandera roja aprista para unirse a los vencedores de la toma del
cuartel”. […] “Iba al frente el joven capitán de la turba revolucionaria
(profesor Alfredo Tello Salavarría). Enjuto y palúdico, extasiado en su propia
victoria, arrastrando un viejo sable de caballería. Seguían los cañones con
ruedas chirriantes. Pedro Canseco abrazó su Krupp empujado por
choferes-artilleros. El licenciado Manuel Leyton estaba al mando de otra
batería, moreno y sonriente. Seguían los cañones y los otros jefes, los líderes
campesinos. Esquivel con un fusil colgado de cada brazo y detrás los campesinos
portando banderas rojas, los niños cargando picas y las mujeres cantaban la
marsellesa aprista”. […].
Este dramático suceso
fue progresivamente pasado al olvido por el viraje político de la dirigencia
pese al reclamo de gran parte de los militantes de volver a la doctrina
original. Ante la claudicación surgió treinta años después el Apra Rebelde que
retomando las banderas socialistas tomó el nombre de Movimiento de Izquierda
Revolucionaria- MIR y en 1965 conjuntamente con el Ejército de Liberación
Nacional- ELN, iniciaron la guerra de guerrillas pretendiendo una revolución
socialista para el Perú.
A inicios de 1970,
viejos militantes apristas, demócratas cristianos, miembros del MIR y el ELN y
algunos partidos de izquierda, se incorporaron al proceso revolucionario
encabezado por el General Juan Velasco Alvarado y trabajaron juntos en la
aplicación de la reforma agraria y otras de cambio estructural. Luego se
retiraron cuando este movimiento fue traicionado.
Los jóvenes de la
izquierda deben saber que la historia peruana está llena de heroicidades de
obreros, campesinos, estudiantes, intelectuales que asumieron las banderas de
la revolución socialista. Que hubieron apristas revolucionarios que merecen
nuestro reconocimiento. Que el sectarismo no es racional. Que toda revolución
lleva consigo su negación que es la contrarrevolución y que las traiciones
siempre estarán presentes donde hay patriotismo. Que muchas veces los líderes
de los partidos políticos claudican por intereses personales y que trafican con
la fe de los militantes para mantenerse en los cargos indefinidamente. Que si
los líderes no responden al momento histórico será necesario cambiarlos o
abandonarlos.
Que, las condiciones
económicas pueden crear condiciones políticas y de efervescencia social para lo
cual, los revolucionarios deben estar preparados. Para ello, es necesario
mejorar nuestra capacidad de lucha. La gran depresión mundial de 1929 que se
inició en los EE UU, creó condiciones como las que motivaron la insurrección
aprista. La crisis capitalista del 2008 que también se inició en dicho país,
aún no ha sido superada y no se descarta el desborde social como ahora ocurre
con el problema delincuencial.
FUENTE: Milciades Ruiz
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