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TRADUCCIÓN A OTROS IDIOMAS - TRANSLATION TO OTHER LANGUAGES

domingo, 16 de julio de 2017

ASÍ PERDIÓ EL JUEGO ODEBRECHT Y SE PUDO SABER DE LA CORRUPCIÓN EN LOS PAISES




El que fuera presidente del gigante brasileño de la construcción desoyó los consejos del segundo al mando en el departamento de coimas.

¿Cuánto dinero pagó Odebrecht en sobornos? ¿Quién manejaba el departamento de coimas? ¿De dónde salía el dinero para pagar a políticos corruptos? ¿Por qué Odebrecht tenía que tener un departamento de coimas?

Lo primero que hay que saber sobre el departamento de coimas, o como Odebrecht lo bautizó: Sector de Operaciones Estructuradas, es que quizás era su división más pequeña, pero el volumen de su operación era extraordinariamente alto.

Este departamento se componía básicamente de seis personas, y lo encabezaba el propio presidente de la empresa, Marcelo Odebrecht. Pero quien llevaba el peso de la operación era un ejecutivo: Hilberto Mascarenhas da Silva, quien entregó a los fiscales de Brasil una sinopsis de esta oscura división de la empresa, de la que él fue el segundo al mando.



Carro, chofer y pasaje



Mascarenhas da Silva contó a los fiscales que antes de asumir el Sector de Operaciones Estructuradas en 2006 –justamente cuando Odebrecht llegó a Panamá– ya “existía un área para realizar pagos de coimas”. El ejecutivo fue invitado por Marcelo Odebrecht a ser parte del nuevo futuro de la empresa.

Antes de 2006 –contó Mascarenhas da Silva– la operación era mucho menor (entre $60 millones y $70 millones en coimas al año) y la figura de operadores financieros no existía, sino la de los “doleiros”, que se encargaban de comprar reales en el extranjero para luego entregarlos a sus destinatarios finales en Brasil.

Mascarenhas da Silva no estuvo contento con el ofrecimiento de Marcelo, pero dijo que sabía que, de no aceptarlo, iría directo al “congelador”, sin funciones en la empresa y eventualmente sobrevendría su despido.

Marcelo Odebrecht insistió, argumentando que su padre, Emilio, había aprobado su nombre para el cargo.

El trabajo, dijo el propio Mascarenhas da Silva, era de “mucho riesgo y exposición”, así que pretendió ponerle difícil la decisión a Marcelo. Pidió y pidió, y su futuro jefe le dio y le dio: su salario creció vertiginosamente y los beneficios: carro con conductor, apartamento en São Paulo y pasaje [aéreo] de ida y vuelta a Salvador los fines de semana, donde estaba su familia.



Asunto clave: Acciones al portador



Resuelto el problema del “sí”, entraron en acción. Marcelo Odebrecht ya tenía una visión: “Un plan de crecimiento para la organización con el consecuente aumento significativo del volumen de coimas que Odebrecht pagaba hasta entonces”, que Mascarenhas da Silva, como se dijo, calculaba entre $60 millones y $70 millones anuales.

Marcelo le pidió que montara la estructura, con directrices que le dictó personalmente: centralización y control total de la operación, sin fugas de seguridad y personal reducido. No se moverían recursos en cuentas bancarias en Brasil, solo en el exterior; se usarían sociedades offshore, “que, por tener acciones al portador, posibilitaban ocultar el nombre de su propietario, sin delatar que los referidos recursos y el control de estas pertenecían a Odebrecht”, contó.

Acto seguido, Mascarenhas da Silva conformó su equipo (ver gráfico), que incluyó operadores financieros: Luiz Eduardo Soares y Fernando Migliaccio.

¿Cómo se alimentaría el Sector de Operaciones Estructuradas? El flujo de efectivo no provendría de la caja registradora de la empresa. Nada de eso. Se alimentaría de fondos de la llamada “Caja 2”, que –en palabras de uno de los múltiples delatores de Odebrecht– provenían de “obras públicas sobrefacturadas”.

Así pues, trasladando el esquema a Panamá, las obras que le eran adjudicadas a Odebrecht aquí eran concebidas con un sobreprecio. Esos fondos se canalizaban a la Caja 2. Allí se concentraba el dinero de la sobrefacturación de sus obras, que luego era repartido entre políticos corruptos –brasileños y extranjeros–, quienes facilitaban los proyectos a la empresa brasileña y, de esta manera, consolidaba su hegemonía en la región. Así se cumplían las directrices de Marcelo: centralización, control total y seguro de la operación, a fin de expandir las operaciones de la empresa.



$3 mil 300 millones en coimas



El esquema de corrupción se exportó y adaptó a los países de América Latina donde Odebrecht creció como la espuma, gracias a la coima.

De 2006 a 2008, el volumen de sobornos se dobló, pasando de $60 millones a $120 millones. Dos años después, en 2010, pasó a $420 millones, mientras que para 2012 y 2013, las cifras eran exorbitantes: $720 millones cada uno de esos dos años.

El plan de Marcelo Odebrecht tuvo éxito. Solo en 8 años pagó $3 mil 370 millones en sobornos. La empresa nadaba en dinero.

¿Cuál era el proceso para pagar las coimas? El equipo de Mascarenhas da Silva realizaba los pagos solicitados por personas que Marcelo Odebrecht designaba como competentes para aprobarlos, sin que su equipo tuviera contacto alguno con los destinatarios.

En Brasil se pagaba en efectivo, a la antigua: en paquetes o maletines llenos de dinero, en locales predeterminados. Para ello, utilizaba a “entregadores”.

Los pagos en el extranjero se hacían a través de depósitos bancarios, transferidos de las cuentas de sociedades offshore controladas por Odebrecht de forma anónima, como Constructora Internacional del Sur, en Panamá.

El dinero de la Caja 2 era introducido en las cuentas de las sociedades de Olivio Rodrigues, responsable de pagar, según instrucciones del Sector de Operaciones Estructuradas.

Las reglas del departamento impedían que el equipo conociera la identidad de los sobornados. Para garantizar ese anonimato, los operarios que solicitaban los sobornos –que en Panamá era el director superintendente André Campos Rabello– tenían instrucciones de crear apodos –como el de “Águia” en Panamá– y solo ellos tenían conocimiento del nombre del destinatario final.

El Sector de Operaciones Estructuradas solo sabía que le estaba pagando a alguien –empresarios o políticos– en una determinada cuenta en el extranjero o enviando dinero no contabilizado de la empresa a determinadas direcciones en Brasil.

Para 2009, el volumen de coimas rebasó la capacidad de Marcelo Odebrecht de atenderlas personalmente. Hasta entonces, él era el único que las aprobaba. Para avanzar con el plan de expansión, Marcelo autorizó a quienes él denominó líderes empresariales (LEs) a asumir sus funciones en el Sector de Operaciones Estructuradas.

Ese “honor”, para América Latina, recayó en Luiz Mameri –vicepresidente de Odebrecht para la región y Angola–, quien sería entonces la persona que aprobaría a los superintendentes de cada país los pedidos de sobornos.

Las coimas, como cualquier empresa que se respete, tenían que estar presupuestadas, así que Marcelo autorizó a los líderes empresariales a introducirlas como “gastos” en las obras que desarrollaban en cada país. Él solo se ocuparía de aprobar o desaprobar las solicitudes de sobornos que no tenían relación con las obras.



‘Crecimiento Brutal’



Mascarenhas da Silva contó que empezó a preocuparse de la seguridad de la operación desde 2009, cuando el volumen de coimas pagadas por la empresa andaba por los $260 millones (un crecimiento de más del 400% en solo 3 años) y cuando Marcelo delegó en los líderes empresariales sus funciones en el Sector de Operaciones Estructuradas.

Las reglas sobre la centralización, control y seguridad que había impuesto el propio Marcelo estaban siendo violadas por él mismo.

“Desde 2009 –subrayó Mascarenhas da Silva– pasé a alertar a Marcelo de que el volumen de recursos estaba creciendo de forma brutal y por más que creáramos mecanismos de seguridad, operaciones estructuradas para los pagos, solo por el tamaño del volumen de recursos y por la cantidad de personas cada vez mayor que tenía implicación con el área, era imposible garantizar la seguridad”.

Añadió que se quejó varias veces en reuniones privadas con Marcelo o en presencia de los líderes empresariales que utilizaban el Sector de Operaciones Estructuradas: el volumen de coimas era “elevadísimo”, les advirtió , y que “no existía seguridad posible al mover centenares de millones de dólares por año en recursos de la Caja 2 para el pago de coimas”.

“Marcelo no daba mucho crédito a mis preocupaciones y me prohibió presentar a quien fuera los números consolidados del área. Cuando él hacía reuniones con todos los LEs y su equipo, en las que todos presentaban el estado de sus actividades para el año (la parte lícita de los negocios), yo no podía presentar nada sobre números”, reveló.

Mascarenhas da Silva terminó su labor a inicios de 2015, cuando Marcelo le pidió salir, “no sé por qué motivo, y designó a Felipe Jens para quedar en mi lugar”.

Para entonces, ya había estallado Lava Jato y Marcelo enfrentaba cargos y había estado en prisión. Fue condenado a 19 años de cárcel. Lo demás es historia conocida.

FUENTE: Rolando Rodríguez B./ La Prensa, de Panamá

PAGO ENTRE PRIVADOS




Cómo, dónde, cuándo, con quién y a cambio de qué se pactó el soborno de la hidroeléctrica Toachi Pilatón. Esta es una investigación especial conjunta de las publicaciones ecuatorianas Plan V, Focus Ecuador y Milhojas.
La coima del millón de dólares se pactó en julio de 2007. No fue ni en la oficina de Odebrecht, ni en el ministerio de Electricidad, ni siquiera en la notoria suite 156, con entrada reservada, que tenía Odebrecht en el Swisotel en Quito.

La reunión fue en la oficina privada de un importante empresario, que sirvió de intermediario para la negociación del inminente soborno y sus condiciones.

Según han confesado los hoy delatores corporativos Fábio Gandolfo y Fernando Fernandes Bessa, la reunión con el entonces ministro de Electricidad, Alecksey Mosquera, tuvo lugar en una casa a pocas cuadras de la oficina de Odebrecht. El anfitrión de esa reunión fue el empresario Rubén Rodríguez, concesionario de Volvo en Ecuador.

Rodríguez era amigo de Fernandes y de Mosquera y tenía importantes negocios con Odebrecht.

(Fuente: “El discreto encanto de la revolución ciudadana”, 2009).

Cuando, después de algunos prolegómenos, hablaron sobre el proyecto Toachi Pilatón, el ministro Alecksey Mosquera dijo que él no solo podía ayudar a que se firme rápidamente el contrato que pese a haberse adjudicado el 2006 no se había firmado todavía, sino también a financiar, incluso con adelanto, el proyecto con los fondos públicos del FEISEH.

A cambio, pedía un millón de dólares de coima para él.

Fernandes Bessa, entonces director de operaciones de Odebrecht en Ecuador, aceptó en principio la oferta, incluso antes de informarle a Gandolfo.

Establecido el pacto entre sobornador y sobornado, se realizaron luego unas reuniones más entre ellos en la suite de Odebrecht en el Swisotel para precisar los detalles del proceso. En esas reuniones, Mosquera le reportó las conversaciones con el entonces presidente Rafael Correa sobre las acciones planificadas para financiar el proyecto con los fondos del FEISEH.

Mosquera cumplió con lo ofrecido. En agosto de 2007, el FEISEH aprobó financiar el proyecto. En noviembre, Hidrotoapi S.A. autorizó la firma del contrato con el nuevo financiamiento. El 27 de diciembre se firmó el contrato. Y el 5 de marzo de 2008, Odebrecht recibió $112 millones de dólares de adelanto para la realización de una obra que solo estuvo en condiciones de empezar siete meses después.

Todo ese proceso se realizó a una velocidad vertiginosa para los estándares gubernamentales en Ecuador. El plazo usual entre la firma del contrato y el desembolso del adelanto es de dos años o más. Aquí tomó dos meses.

Después del pago de 112 millones de dólares a Odebrecht, Alecksey Mosquera tuvo una reunión con Fernandes Bessa y Fábio Gandolfo, entonces Superintendente en Ecuador. Él había cumplido con todo y ahora pedía que cumplan con él.

Gandolfo entonces consultó con el jefe de Odebrecht para América Latina, Luiz Antonio Mameri, quien autorizó el pago que, a través del “Sector de Operaciones Estructuradas”, se hizo mediante varios depósitos a la cuenta de Tokyo Traders, en Andorra. La cuenta, como se sabe, perteneció a Marcelo Endara, tío de Mosquera.

Este fue, probablemente, uno de los sobornos más lucrativos realizados por Odebrecht. Encima, sin haber movido una piedra. Las autoridades estadounidenses calcularon que por cada dólar que Odebrecht pagó en sobornos ganó normalmente cuatro dólares.

En este caso, el millón pagado a Mosquera le sirvió no solo para la firma del contrato sino para recibir una inyección (más bien una inundación) de $112 millones de dólares por los que no pagó un centavo de intereses. No solo eso, cuando se fue del país, luego de ser expulsada por Rafael Correa, presentó facturas por supuestos gastos de 13 millones de dólares. Luego, en un arbitraje obtuvo $5, 6 millones adicionales por la rescisión unilateral del contrato.

Rafael Correa supervisa las obras del Proyecto Hidroeléctrico Toachi Pilatón. (Fuente: Presidencia de la República de Ecuador).

Es importante recordar que ese dinero entregado con tal abandono y a cero interés (menos cero más bien) era dinero público, es decir, de todos los ecuatorianos. ¿Y qué recibieron los ecuatorianos a cambio de eso? Ni un solo kilovatio, hasta hoy. Ni para cargar un celular.

Ya se sabe qué pasó después. Expulsado Odebrecht, por graves problemas en otra central hidroeléctrica, el ex presidente Rafael Correa entregó la obra a un consorcio chino-ruso, aquí con financiación de fondos de la seguridad social (IESS) y del Eximbank de Rusia. Poco antes de terminar su mandato, Correa otra vez rescindió unilateralmente el contrato, dejando el proyecto abandonado. Lo que se pensó que iba a costar $336 millones de dólares en 2005, acabó costando más de $600 millones de dólares y no sirvió ni para prender un foco.

¿Tuvo Mosquera la autoridad, la autonomía suficiente como para poder poner a toda velocidad la firma del contrato y disponer la cuantiosa financiación de más de cien millones de adelanto a Odebrecht, sobre un total comprometido de $470, 6 millones?

Bueno, ya se sabe que la máxima autoridad del Fondo Petrolero, el FEISEH, era el presidente de la República, Rafael Correa.


Estas publicaciones contactaron al empresario Rubén Rodríguez, quien, a contramano de los delatores de Odebrecht, negó haber sido intermediario o anfitrión de la reunión entre Fernandes Bessa y Mosquera, aunque reconoció haber sido amigo de los dos.

FUENTE: Fernando Villavicencio y Christian Zurita Ron, de Ecuador

ODEBRECHT NO PAGÓ LAS COIMAS SOLO. SUS SOCIOS PERUANOS TAMBIÉN APORTARON



Odebrecht no actuó solo.

No concursó solo, no construyó solo. Y afirma que no sobornó solo.

Lideró en todos esos aspectos, desde el asfalto, cemento y ladrillos, hasta la coima y la cutra. Pero siempre, o casi siempre, acompañado.

El  cartelizado sistema que Odebrecht organizó y refinó en Brasil, junto con otras grandes empresas como Andrade Gutierrez, Camargo Correa y OAS, se tradujo en grandes obras ejecutadas por consorcios compuestos por varias de estas compañías.

Cuando las empresas brasileñas salieron a conquistar Latinoamérica, exportaron el sistema operativo y lo adaptaron sin esfuerzo a las realidades de las diversas naciones en las que llegaron a operar.

En el Perú, como en otros países, normalmente trabajaron en consorcio con otras compañías constructoras, brasileñas y peruanas. En la mayoría de los grandes proyectos, Odebrecht fue el accionista mayoritario. Las compañías peruanas tuvieron por lo general una participación minoritaria, pero aún así ello les permitió crecer y expandirse en poco tiempo.

Juntos trabajaron, juntos crecieron, juntos lucraron. ¿Juntos coimearon también?

Hasta ahora, pese a diversas evidencias que, por ejemplo, IDL-Reporteros ha investigado [‘Los pagos secretos de Odebrecht en el Perú’ y ‘Confesión en tinta invisible’] las empresas peruanas han oscilado entre el silencio, el reclamo de ignorancia y candidez, y la negación de toda deshonestidad.

Las fiscalías, especialmente la de Hamilton Castro, que ve el caso Lava Jato, tampoco se han preocupado por investigar el tema.

Fiscal anticorrupción Hamilton Castro. (Foto: Ministerio Público).

Las otras empresas brasileñas, excepto la muy comprometida OAS, que ahora negocia su delación premiada en Brasil y aquí, prefieren caminar sigilosamente, sobre la punta de los pies, esperando que el caso se encapsule y termine en un auto de fe ritual, mientras las demandas de la economía en general y la reconstrucción en particular faciliten un impune olvido.

Pero, a juzgar por lo que viene pasando estos días, y especialmente ayer y hoy, parece que eso no será posible.

En Brasil, la notable periodista Malu Gaspar tenía reservada una sorpresa.

Hace pocos días, Gaspar publicó una larga crónica sobre el caso Odebrecht en el Perú en la revista Piauí. Pese a la inocencia de su nombre de trino, Piauí es la versión brasileña del New Yorker.

Gaspar estuvo antes en Lima algunas semanas, reporteando un tema que conoce como pocos en Brasil (su nota sobre la familia Odebrecht debería ser lectura obligada para todo aquel a quien interesa la dramática historia de la Corporación que lleva el nombre de la dinastía). Al retornar, publicó una nota larga y reveladora sobre el tema de Odebrecht en el Perú y la importancia que tiene nuestro país en los destinos de esa empresa y del caso Lava Jato. Es un largo reportaje muy bien hecho y mejor escrito.

Pero ahí no terminó su trabajo periodístico.

Ayer, Gaspar pasó del periodismo de largo aliento a la brevedad comprimida del Twitter. Y lo hizo con unos pocos golpes secos que en horas movieron desde el valor de acciones públicamente transadas hasta la situación objetiva de compañías que habían logrado sombrearse hasta hoy.

Sus tuits, bajo el irónico título de “riesgos adicionales” anuncian el tema en el subtítulo: “Cómo funcionaba la división de los sobornos entre Odebrecht y las constructoras peruanas”. Y los tuits son secos y breves: “Surgen ahora pruebas de que las constructoras locales participaron en la división [la palabra en portugués es ‘rachuncho’] de las coimas”; y “Las actas del consorcio del metro de Lima muestran que [Graña y Montero S.A.] la mayor constructora del Perú, cedió parte de sus utilidades para compensar la coima”.



A continuación, Gaspar publica el facsímil de la siguiente acta:




El acta formaliza la distribución de resultados a fines de diciembre de 2011. Ahí reconocen que su utilidad fue de 128 millones 317 mil 540 soles.

Luego viene un punto inesperado: “Adicionalmente las Partes reconocen [que la] Constructora Norberto Odebrecht ha asumido riesgos adicionales a los que le correspondían por su participación en el Consorcio…” y añade, “… considerando que el papel de Constructora Norberto Odebrecht S.A. Sucursal del Perú ha sido determinante en la obtención de los resultados del Consorcio, asumiendo inclusive riesgos adicionales, corresponde que reciba un mayor porcentaje al de su participación de los resultados del Consorcio al 31 de diciembre de 2011”.

Según Gaspar, “las coimas son llamadas en el documento “riesgos adicionales” en el acta de 2011”. Añade luego que “también fueron compensados ‘riesgos adicionales’ en 2015”.

Eso es así. En un proceso independiente de investigación, IDL-Reporteros obtuvo documentos que muestran a los “riesgos adicionales” en acción en otra fecha [el 2015] y en otro proyecto y fecha [el tramo 2 de IIRSA Sur].

Los documentos, de acuerdo con la información proporcionada por fuentes diversas a esta publicación, fueron entregados a la Fiscalía anti-corrupción como parte del acuerdo de colaboración eficaz de los principales ex superintendentes de Odebrecht (Jorge Barata y Ricardo Boleira) a fines del año pasado. Su contraparte fue el fiscal anti-corrupción Hamilton Castro.

Erlon Arfelli, director de la empresa Generación Huallaga (de Odebrecht); Jorge Barata, ex superintendente de Odebrecht en el Perú; y Ricardo Boleira, ex director ejecutivo de la constructora en este país. (Foto: Cosas).

Según las fuentes consultadas por IDL-Reporteros, los colaboradores eficaces de Odebrecht afirmaron que en todos los casos, Odebrecht pagó la coima y luego recibió la parte que correspondía de sus socios mediante el expediente de “riesgo adicional”.

El pago no fue proporcional sino “desproporcional” en atención a las gestiones de soborno de Odebrecht y los costos de hacer los pagos a través de los elaborados mecanismos de lavado de dinero que tuvo la compañía.

En el caso de IIRSA Sur, tramo 2, los colaboradores eficaces afirmaron, según las fuentes, que todos los socios sabían del pago de coima a Toledo y que luego “pagaron su parte” a través de la “distribución desproporcionada” de utilidades, para compensar a Odebrecht. De acuerdo con la confesión de Odebrecht, esta compañía pagó $20 millones de dólares en coimas en 2011 y recuperó $9 millones de sus socios.

Los socios de IIRSA Sur tuvieron una Junta General de Accionistas en Lima el 1 de junio de 2011.





Participaron en ella la Constructora Norberto Odebrecht, con el 25% de las acciones; Odebrecht Investimentos em Infra-Estructura Ltda, con el 45% de las acciones; Graña y Montero, S.A., con 19% de las acciones; JJC Contratistas Generales, con el 7% accionario; Ingenieros Civiles y Contratistas Generales S.A., con el 4% de acciones.

Sin embargo, los 94 millones 318 mil 519 soles del dividendo neto acumulado fueron repartido de acuerdo con el siguiente porcentaje:

Constructora N. Odebrecht: 38,27%; Odebrecht Investimentos: 45%; Graña y Montero: 14.29%; JJC: 1,55%; ICCGSA: 0,88%.

La razón para la desproporción en el reparto de utilidades fue otra vez, según el acta, los “riesgos adicionales” asumidos por Odebrecht “en la obtención de los resultados”. Según los colaboradores eficaces de Odebrecht, esos “riesgos” incurridos para los “resultados obtenidos” fueron el pago de coimas.

El mismo esquema se repite cuatro años después, en la reunión para el “Acuerdo de Distribución de Resultados y Liquidación del Consorcio Tren Eléctrico”, que se realizó el 4 de mayo de 2015, entre los representantes de la Constructora Norberto Odebrecht con Graña y Montero S.A.





La utilidad por repartir del resultado final del Consorcio Tren Eléctrico fue de 39 millones 18 mil 326 soles. Y otra vez, “las Partes” reconocieron los “riesgos adicionales” que había asumido Odebrecht; y teniendo en mente que “el papel de CNO [Odebrecht] ha sido determinante en la obtención de los resultados del Consorcio, acordaron que reciba “un mayor porcentaje al de su participación de los resultados”. Y así, a Odebrecht le tocó algo más de 35 millones de soles, mientras que Graña y Montero aceptó recibir un poco más de 3 millones 900 mil soles.

La explicación de fuentes familiarizadas con el pensamiento de los colaboradores eficaces es que en cada paso, la mayor proporción que se llevó Odebrecht pagó la parte que les correspondía a sus socios de las coimas que aquella había entregado.

Esa parte de la confesión durmió un plácido sueño en la fiscalía hasta la publicación, ayer, de la nota de Malu Gaspar en el twitter de Piauí.

Horas después, el ahora Grupo Graña y Montero emitió un comunicado en el que “niega rotundamente el haber pagado sobornos, reembolsos o conocer sobre el pago de los mismos para la obtención de la buena pro del proyecto Tren Eléctrico– Lima”.



Sostiene además que el concepto de “riesgos adicionales” no es un eufemismo para referirse al soborno, sino un concepto “habitual en el sector construcción”. Según G y M, los “riesgos adicionales” devueltos a Odebrecht representan los trabajos y obligaciones adicionales asumidos por ellos”.

Frente al aporte de IDL-Reporteros de otros dos casos significativos en los que se registra el mismo patrón, Graña y Montero buscó explicar el caso IIRSA Sur, en una comunicación enviada a este medio el viernes 7 de julio: “El riesgo adicional constituyó la construcción de obras que no estaban contempladas desde el inicio, cuyo riesgo de construcción era muy alto y que las empresas peruanas no estuvimos dispuestas a asumir”.

Consultada por IDL-Reporteros, ICCGSA indicó que “no tuvo conocimiento de los pagos indebidos mencionados por la empresa Odebrecht”. “Debemos resaltar” –agregó la empresa– “que en las concesionarias IIRSA Sur tramos 2 y 3, ICCGSA tiene una participación de tan solo 4%”.

Establecida la línea argumental de los ex-socios peruanos de Odebrecht, será interesante conocer la explicación de la Fiscalía Anti-corrupción respecto de las investigaciones que hizo y las que dejó de hacer sobre un caso en el que hubo confesiones precisas y cantidades claras relacionadas con las coimas que Odebrecht reconoce haber pagado y de las cuales sostiene haberse resarcido en parte gracias al mecanismo de “riesgos adicionales”.


FUENTE: Romina Mella y Gustavo Gorriti y la colaboración de Hernán P. Floríndez, Rosa Laura y Leslie Moreno.

ODEBRECHT, OLLANTA, KEIKO Y EL APRA Y OTROS MAS QUE ESTÁN EN LA ESPERA





Esta semana reseñaré la traducción oficial completa de la Procuraduría brasileña de las declaraciones de Marcelo Odebrecht en Curitiba el 15 de mayo pasado.

Son 59 páginas que contienen las declaraciones que dio Marcelo Odebrecht a un grupo de fiscales peruanos (Alonso Peña Cabrera, Rafael Vela y Germán Juárez) y de abogados defensores de Ollanta Humala y Nadine Heredia (Wilfredo Pedraza y Julio César Espinoza). Odebrecht estuvo acompañado por sus abogados y el procurador federal brasileño Orlando Martello fue quien arbitró el interrogatorio.

Con el documento completo por delante se puede determinar en forma inequívoca y final qué fue lo que dijo Odebrecht ese día en Curitiba. Y también qué se hizo y qué no se hizo luego con esas declaraciones.

En mi nota: “Interrogatorio en Curitiba”, del 19 de mayo pasado, informé que Humala no fue el único candidato al que Odebrecht había apoyado en las elecciones de 2011; que, según Marcelo Odebrecht: ”… la política de su empresa ha sido la de apoyar en las elecciones a todos los partidos [con alguna posibilidad, se entiende] y que se había apoyado a Keiko Fujimori y a la candidata aprista [Mercedes Aráoz]”.

El mismo 19 de mayo, la Fiscalía de la Nación emitió un comunicado cuyas líneas finales parecían desmentir mi reportaje. “Por la confidencialidad de la diligencia no se puede dar a conocer ningún detalle de la misma, por lo cual se lamenta algunas versiones en la prensa que no se ajustan a la verdad”.


"En aquella época, Odebrecht le dijo a Barata: 'mira apoya a Keiko más si piensas que hay peligro de represalias' ”.

Ese comunicado propició una agresión histérica de la trollería lumpen del Apra y el fujimorismo y también comentarios crédulos de algunos periodistas de quienes se hubiera esperado mayor densidad neuronal.

Así que toca ahora poner en claro, en sus citas textuales, lo que dijo y no dijo Marcelo Odebrecht el 15 de mayo en Curitiba. Los subtítulos y los resaltados en negrita en las declaraciones, son míos:

¿Cómo y cuándo decidió apoyar la campaña de Ollanta Humala? “… no creo que sea en el 2006, hasta el dos mil … , en la primera elección, no creo que hayamos tenido contacto con el Dr.[sic] Ollanta Humala […] la impresión que tengo es que nunca tuve contacto con él hasta el 2011, y creo que nuestro personal del Perú no tuvo contacto con él.” [Pág. 8].

“ ¿Por que digo esto? Porque en el 2011, si no me equivoco, ya en la segunda vuelta, no estoy seguro, pero creo que fue al final de la primera vuelta o segunda vuelta … eh … el Ministro Palocci de aquí de Brasil me pidió, me hizo un pedido para que apoyáramos, que nosotros le diéramos 3 millones de dólares para apoyar la campaña eh… del señor Ollanta Humala en el Perú”. [Pag. 8].

¿De qué cuenta salió el dinero que pidió el ministro Palocci? “… Ese monto que yo enviaría a Ollanta Humala sería descontado de un monto que yo había eh … fijado con ellos para apoyar al PT, en general. El pedido fue justificado en esa época por una cuestión geopolítica, es decir, una proximidad ideológica entre el Presidente Lula y el Presidente [sic] Ollanta Humala”. [Pags. 8 y 9].

¿Cómo reaccionó Jorge Barata ante la orden de Odebrecht? “… llamé directamente a Jorge Barata, y le dije: mira Barata, la gente aquí en Brasil, del PT, me ha pedido apoyar la campaña de Ollanta Humala con 3 millones de dólares, y cuando digo que creo que, hasta ese entonces, mi personal no tenía relación con Ollanta Humala es porque la reacción de Barata cuando le hice ese pedido fue la de sentirse incómodo, porque en esa época, la percepción que los empresarios tenían en relación al señor Ollanta Humala, era todavía muy mala y él creía que podría tener problemas si salía a la luz que él estaba apoyando la campaña de Ollanta Humala”.[Pag. 10]



¿Cómo se zanjó el asunto? “… le sugerí, mira Barata, ve bien eso, este es un pedido que estoy recibiendo del Brasil, independientemente de tu interés ahí o no, es un pedido que estoy recibiendo del Brasil para apoyar, […] es una relación que yo tengo aquí en Brasil y no tiene nada que ver con el Perú”.[Pag. 10]

¿Qué le recomendó Odebrecht a Barata? “Incluso en aquella época hasta le sugerí, mira, si tienes algún temor de que vaya a haber represalias, porque incluso, en esa época, el creía que quien iba a ganar, si no me equivoco, era Keiko Fujimori, y le dije: mira, decide tú, si crees que hay riesgo de represalias, apóyala a ella más. Incluso, hice una anotación, en aquella época, mira apoya a Keiko más si piensas que hay peligro de represalias, pero tengo que hacerlo porque es un pedido del gobierno brasileño”.

¿Cómo se llevaron a cabo los aportes de campaña? “No sabría decir cómo es que se realizó este apoyo ni de qué modo, cómo fue contabilizado o no contabilizado en el Perú. Eso solo Barata puede decir cómo fue”.[Pag. 11]

Sobre el apoyo a otros candidatos en la elección de 2011: “… en todo país en que actuábamos de una manera más fuerte, nosotros éramos, de algún modo, éramos llamados y había una expectativa de que apoyáramos, era un hábito que apoyáramos a los principales candidatos, el modo en que se realizó ese apoyo no sé decirlo […] creo que si no hubiese habido ese pedido del PT de acercamiento, creo que mi director de allá no se habría acercado [a Humala], pero con seguridad estoy seguro de que hubo apoyo a los otros candidatos”. [Pag. 14]



“En realidad, no puedo decir cuánto fue, para quién fue, pero digo que con seguridad sí apoyábamos a los principales candidatos en todas las elecciones, y con toda seguridad, a pesar de que no puedo decirle a usted un número y todo, con seguridad apoyamos en esas elecciones del 2011, debemos haber apoyado a Keiko, eh … probablemente al candidato del partido de Alan García también , eh … y como era costumbre apoyamos a los principales candidatos”. [Pags. 17-18]

Eso es lo fundamental de la declaración. Hay otras menciones sobre Humala, sobre el rechazo que sentía Barata contra aquel (de ahí la nota de Odebrecht mencionando la humildad que, según él, le pidió a Barata respecto de Humala).

Lo que queda totalmente claro en las declaraciones de Odebrecht es que:

• El gobierno del PT brasileño le pidió a Odebrecht un aporte de 3 millones de dólares de la cuenta que tenía ODB con el PT, hacia el fin de la primera vuelta o comienzo de la segunda en las elecciones de 2011.

• Marcelo Odebrecht ordenó a Jorge Barata que hiciera el pago. Este se opuso. Odebrecht insistió, pero le aconsejó “apoya a Keiko más… apóyala a ella más”. Eso calza precisamente con la nota capturada el 2015 a Odebrecht, en la que apunta: “Aumentar Keiko para 500 e eu fazer visita (ex: Venez)”, que  IDL-Reporteros reveló, en exclusiva, hace poco. Asimismo, Odebrecht sostiene haber apoyado “probablemente al candidato del partido de Alan García”.



¿Qué hizo la Fiscalía de la Nación ante esa información nueva? Solo intentó utilizar la de Humala, pero no hizo nada respecto de la información sobre Keiko ni sobre el Apra. Además mintió en el comunicado en el que insinuó que yo faltaba a la verdad y utilizó el secreto para encubrir el tema.

¿Que no estaba programado investigar otro tema que no fuera Humala? Eso es ridículo. Como dice una fiscal veterana, “un fiscal es siempre un fiscal … iniciamos investigaciones hasta por noticias de El Trome ¿y vamos a corrernos de una información valiosa como esa?”

Este ha sido un capítulo bochornoso de la Fiscalía, en el que el secreto y la mentira han servido al encubrimiento, al lado de confrontaciones intestinas, parcialidad investigativa y desoladora mediocridad.

FUENTE: Gustavo Gorriti