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miércoles, 1 de abril de 2015

ANTAURO Y LA JUSTICIA




 


A Antauro Humala debe pesarle muchas veces ser hermano del presidente. La situación absurda que todos los que participaron de la toma de comisaría de Andahuaylas en el año nuevo de 2004 al 2005, estén actualmente en libertad, y que ninguno haya podido ser acusado por la muerte de los cuatro policías, salvo Antauro calificado de “coautor”, sin haber disparado ni dictado ninguna orden para el enfrentamiento, resume una condición impuesta desde el primer día del gobierno de Ollanta Humala: si quieres conservar la presidencia no debes mover un dedo por tu hermano presidiario.

Antauro organizó un acto que buscaba forzar los acontecimientos en un contexto en que se hablaba abiertamente de la salida del presidente Toledo, por incumplimiento de sus promesas y continuismo neoliberal. Con un grupo de sus partidarios, sin armas, entraron a la comisaría y se encontraron con todo el personal borracho y se apoderaron de ella. Decían que entregarían el local si Toledo renunciaba. Curiosamente, mientras en Lima y otros lugares, se vio el caso, a través e la prensa, como un rebrote de violencia, los andahuaylinos apoyaron a Antauro y hasta lo llevaron en hombros una vuelta por la plaza de armas de la ciudad en muestra de liderazgo.

El presidente, por supuesto, no renunció, y envío fuerzas antisecuestros, imaginando un escenario como el que vivió Fujimori cuando el MRTA tomó rehenes en la casa del embajador japonés. Pero acá no hubo paciencia para negociar una salida y un grupo de policías fue enviado sobre los etnocaceristas que se atrincheraban en la calle, produciéndose el confuso incidente de la balacera en la que mueren cuatro policías y dos de los ocupantes de la comisaría. Hay dudas evidentes de que los etnocaceristas hayan disparado sobre los policías y peritajes que afirman que recibieron tiros por la espalda. En cualquier caso el incidente escapó del plan original de Antauro, que permanecía dentro de la comisaría y lejos de donde se produjeron los hechos.        

El expresidente de la Corte Suprema, César San Martín, sabe todo esto, y era consciente que su antiguo rival Villa Stein ya había iniciado una revisión del caso, cambiando la naturaleza de los delitos y absolviendo a los dos que estaban señalados como los autores materiales de los disparos, por falta de pruebas, dejando pendiente el punto más peliagudo que era el del jefe de la asonada, del que dijo era “coautor” (se supone que mediato, a la distancia) de las muertes que pasaron de homicidio agravado, a simple, como no planificado. A San Martín le tocaba decir que no puede haber un “coautor”, sin otros autores. Ni autoría mediata en hechos producidos fuera de su control. Esto no absolvía a Antauro de la toma de la comisaría y la apropiación de armas. Pero sí tomaría en cuenta la voluntad negociadora que se desarrolló para devolver la comisaría y superar la crisis.



FUENTE: Raúl Wiener Periodista, Analista Político y Económico peruano.

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