ASÍ ES ALAN GARCÍA
¿QUÉ LES PARECE?
Por: La Primera
Digital | 16 de marzo del 2014 |
Este es AGP, ¿qué les parece?
Así hacían de las suyas los búfalos apristas.
Era finales de los años 70 y las elecciones para el Centro Federado de
Economía de la Universidad Ricardo Palma habían sido pactadas para los siguientes
días, cuando mi amigo y camarada Enrique Picasso llegó al lugar donde estábamos
reunidos y nos contó que el APRA, preparaba una acción de fuerza para destruir
las ánforas y quemar las papeletas de votación si salía perdedora y que estaba
trayendo gente de la Villarreal y la Garcilaso para imponerse.
Enrique
nos pedía apoyo, que formáramos una fuerza lo más grande posible con
estudiantes de San Marcos, la Católica, la UNI, para impedir el fraude.
Estuvimos esa noche desde muy temprano, apenas había acabado la votación. Y
había efectivamente mucha gente que era de otras universidades, junto a los
grupos que lanzaban consignas a favor de cada uno de los candidatos, el de la
izquierda y el del APRA.
La
votación se alargó hasta después de las nueve de la noche. Y con el paso de las
horas la tensión fue creciendo. Los personeros de las listas se acercaban cada
tanto a coordinar con sus contactos de afuera y entregarles el resultado de las
mesas que se iban cerrando. Así que cuando faltaban todavía dos mesas por
contar ya supimos que Picasso ganaba porque había sacado una ventaja
insuperable. Algunos empezaron a vivar, pero todavía no se había emitido el
resultado oficial y firmado las actas respectivas. Fue ahí que vimos moverse a
los del bando contrario que se iban coordinando y agrupando fuerzas. De pronto,
uno de ellos gritó: Abajo el fraude; Viva el comunismo; Muera el APRA; y unas
veinte personas empezaron a trepar las rejas para asaltar el salón donde se
estaba concluyendo el escrutinio. Tratamos de correr sobre ellos para
detenerlos y sonaron disparos y empezaron a llover piedras. Una de ellas cayó
en la cabeza del candidato y lo hizo sangrar profusamente.
Al no
saber lo que teníamos qué hacer, salimos corriendo en medio de pedradas y tiros
al aire, mientras los matones arrasaban con las ánforas, quemaban los
documentos y las cédulas de votación. Con nuestro herido llegamos a un centro
asistencial y con la cabeza cosida lo llevamos a la televisión para hacer la
denuncia. No nos hicieron caso. El hecho es que los dos sectores se proclamaron
ganadores de una votación que no terminó de contarse. Por lo que sé, el Centro
Federado se volvió un fantasma, los bienes desaparecieron y los estudiantes
perdieron su organización gremial.
Esta
historia está repetida en otras casas de estudios superiores con diversos
aditamentos. Se cuenta por ejemplo que García iba a la Católica con un
misterioso maletín cuyo contenido nunca se revelaba, pero que un día se
descubrió que llevaba armas para distribuir entre sus compañeros.
El día
de la juramentación de la Constituyente de 1978, en la que había tres fuerzas
relativamente equiparadas: APRA, izquierda y PPC, se planteaba una prueba de
fuego para el partido de Haya de la Torre que había hecho varios pactos con la
derecha en el pasado, en nombre de las circunstancias y que había reclamado las
reformas de Velasco como ideas originales de su movimiento, y que ahora
aparecía como el “centro” en una Asamblea que rediseñaría el Estado y
fijaría las bases constitucionales del país de los siguientes años.
La
izquierda iba a reclamarle a la Asamblea un gesto de soberanía frente a la
dictadura represiva y entreguista de Morales Bermúdez y el PPC a evitar la “izquierdización” del nuevo ente
democrático.
Atacó
con su fuerza de choque a los simpatizantes de la izquierda que ocupaban una
parte de la Plaza Bolívar y convirtieron los alrededores del Congreso en un
campo de batalla. La crónica de ese episodio, reseñado por la revista “Oiga”
muestra a Alan García con su famosa casaca de cuero negro, cuyas mangas le
llegaban al antebrazo y no a la muñeca, dando órdenes a los matones y entrando
y saliendo del local del Congreso donde se desarrollaba la instalación.
El APRA
selló así una distancia brutal con los poco más de treinta diputados izquierdistas
y consagró una alianza con el partido de Bedoya que fue básicamente
colaboracionista con el régimen militar en retirada y que les costaría perder
ante Acción Popular (que no participó de la Asamblea) en la elección de 1980.
Unos
años antes, en el decisivo 1975, el APRA sacó sus grupos de acción a las calles
durante una huelga de policías y les dio la consigna de incendiar los diarios y
alentar los saqueos. Lograron quemar Correo, que quedaba en la avenida Wilson,
pero no pudieron con Expreso, cuyos periodistas y trabajadores resistieron
armando trincheras en la calle con las bobinas de papel.
TIEMPO DESPUÉS
Los
famosos búfalos del APRA eran parte de la estructura política y un instrumento
para disputar espacios sociales. Funcionaban en las calles, en los sindicatos,
en las universidades. Pero con el correr de los años se decidió bajar su
actividad al hacerse evidente que la imagen de un partido violento era mal
vista, como ocurrió con la derrota de Armando Villanueva en la elección de
1980. El primer gobierno de García recurrió a sistemas paramilitares como el
Comando Rodrigo Franco. Con los años, sin embargo, la bufalería clásica que
operaba detrás de objetivos del partido, se ha ido quedando como un recuerdo
más o menos borroso. Poco a poco lo que se ha ido configurando es una especie
de guardia personal del actual jefe y eterno candidato de la estrella.
En las
elecciones de 2006, se pudo ver en acción a la guardia de corps de García
masacrando a ciudadanos cusqueños. Tres personas quedaron heridas de bala y
varios otros sufrieron contusiones severas. El grandote hizo como que no vio lo
que pasaba. En el Hospital del Seguro alguien lo llamó corrupto, y no fue la
guardia presidencial, sino sus hombres de confianza los que abollaron al
espontáneo.
Y se
podría seguir hasta llegar a la pandilla que el martes quiso reventar el evento
al que asistía Sergio Tejada, para discutir sobre los avances del informe de la
Megacomisión sobre delitos económicos 2006-2011, que involucran a Alan García.
Los que
salieron esa noche a vociferar sobre la supuesta hija no reconocida del
congresista siguiendo lo dicho por su líder máximo y que se proponían boicotear
una reunión de debate político, tenían el viejo rostro de los destructores y
apanadores de otras épocas. Pero a la vez se les veía como una fuerza
procorrupción que actuaba por los intereses muy particulares y discutibles de
Alan García.
Pero
fue Velásquez Quesquén el que dijo que este tipo de respuestas se seguirán
dando a sus enemigos. Estamos avisados.
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